Opinión

El español más cutre

El importantísimo tratamiento publicitario y mediático que se está otorgando a la quinta entrega de la franquicia de José Luis Torrente, el personaje creado por Santiago Segura aprovechando lo más repugnante, casposo y nauseabundo del supuesto carácter nacional, me desazona porque indica el deseo irrefrenable de los españoles por verse retratados de esta manera. Hacía mucho tiempo que no se le daba a una película española tanta cancha, y aunque estoy seguro de que nos encontramos ante un fenómeno de cine comercial y un éxito indiscutible en taquilla, las entregas de esta saga no constituyen precisamente un ejemplo de cine académico de técnica depurada y rotundos valores artísticos y éticos. Hay que rendirse a la evidencia pero esa claudicación a mi me produce profunda pena.

Es cierto que somos un país con muchos rincones ciegos, y es cierto que esta temática repelente y roñosa no ha faltado desde los albores de nuestra literatura como reflejo de los comportamientos de una sociedad de la que no es fácil sentir orgullo. Pero este sujeto creado por Segura acumula en su persona lo más execrable, vicioso y degradante de esos genes nuestros, y ni los pícaros más mugrientos de nuestra literatura del siglo de oro, ni los más sombríos protagonistas de nuestra relativamente naciente novela negra tienen posible comparación con este sudoroso y obeso ex policía fascista, corrupto, seboso, machista, racista, tramposo y cabrón que ha ideado Segura y que tan magníficos resultados económicos le ha deparado. Para rematar la faena, le ha hecho simpatizante del Atlético de Madrid y muchos colchoneros están tan contentos por ello que incluso van al campo ataviados con su bufanda y le tienen por ejemplo. Ellos sabrán lo que hacen, claro está…

Por mi parte, no he visto muchos de estos capítulos pródigos en apariciones fugaces y cameos de famosos que en esta última entrega de la saga han liado a un actor de cierta fama como Alec Baldwin para que se aprenda su papel en español y haga de malo. El paroxismo de esta sociedad con cierta afición a la estupidez ha resuelto que quien no tenga una fugaz aparición en alguna película de Torrente no está en el mundo y yo, como fácil es comprender, no lo estoy. Pero no me importa casi nada.

Te puede interesar