Opinión

La heroína venida a menos

Las vidas de los santos están llenas de villanías y dicen los venerables padres que las estudian y las valoran que esa la razón más fehaciente para explicar el sentido último de la santidad. Es decir, alcanzar la excelencia celestial partiendo de la despreciable condición humana. Los santos son, por lo tanto y para que nos vayamos haciendo a la idea, unos sujetos como nosotros –en ocasiones incomparablemente peores- que por alguna razón difícilmente comprensible decidieron un día renunciar a todos los placeres y convertirse en siervos de Dios a la brava y por el camino derecho Muchos de los mejores soldados de la Iglesia tienen un pasado que para qué, y sin embargo, el concepto del perdón y la infinita magnificencia de Dios han logrado que un individuo depravado, mentiroso, cruel y despreciable acabe controvertido en ejemplo universal de las bondades del justo. Hace muchos años que me pregunto sino será mucho más útil para alcanzar el cielo iniciarse como un auténtico cabrón con pintas, hacer las de Caín y encaminarse tras ello por el camino del arrepentimiento que ser una buena persona toda la vida, llevar una existencia plana y pacífica y pasar completamente desapercibido. Es un debate, oiga.

Le estoy dando yo vueltas a ese concepto de lo malo y lo bueno ahora que he leído el triste episodio de Teresa Romero, la enfermera que sobrevivió al ébola y que, tras aparecer como heroína durante el mes en el que todo el país estuvo pendiente de su evolución, ha tenido que comparecer obligada y quedar como una mentirosas compulsiva en su relación con su médico de cabecera a la que no advirtió previamente que había trabajado con enfermos contagiados. Teresa Romero tomando aire por la boca para afrontar una situación tan patética, concita en si mismas todo lo generoso e infame que se deposita en la condición humana dibujando de paso la delgada línea roja que distingue lo más sano de lo más abyecto.

Sospecho que el responsable de esta situación tan humillante es el marido de Teresa que siempre me pareció un miserable y las circunstancias me han dado la razón. Teresa, amiga querida, procura desvincularte cuanto antes de este individuo porque te buscará la ruina moral y material en un tiempo récord.

Te puede interesar