Opinión

Mirarse por dentro

A estas alturas de la película, todos los partidos políticos -incluyendo el emergente Podemos cuyo fundador acaba de obtener casi por aclamación el cargo de secretario general que le convierte oficialmente en su entero y completo dueño- se han puesto de acuerdo para auto adjudicarse el papel de azotes de la corrupción. Lo es en estos momentos el PSOE de Sánchez –quien asegura que serán ellos los que devuelvan la dignidad y la decencia a la política- lo es UP y D que ha llamado a desenchufar al corrupto, lo es el PP, quien anuncia la promulgación de un paquete de medidas para desterrar las malas prácticas y lo es también esta nueva opción tan mediática de Podemos que está tan de moda y que ya se ha proclamado la escoba de la corrupción. Ya veremos.

Todas estas manifestaciones están muy bien y podrían ser globalmente aplaudidas si no fuera porque cada uno de los partidos políticos se empeña en ver la paja en el ojo ajeno sin comprender que la primera lección de esta necesaria estrategia que trate de rescatar la función pública nacional de las garras de la miseria ética implica un generoso acto de contrición y una mirada competente al interior de cada uno. Hay que aplicar un código sin contemplaciones que limpie la propia casa primero, ahora que sabemos que todo el que toca poder acaba dándole un mordisco y quedándose con un pedazo entre los dientes. Probablemente son las formaciones políticas que no han desempeñado nunca labores de gobierno las que pueden aplicar más fácilmente estas normas internas pero tampoco el hecho de no haber mandado nunca es la vacuna indudable para alcanzar el cielo de los honestos.

Desgraciadamente, el panorama se ha cubierto de nubarrones y urge comenzar la partida desde la casilla cero, lavando públicamente los pecados y desarrollando un gran pacto interpartidario libre de hipocresías, sincero, jurídicamente bien fundamentado, sin populismos ni mandingas, que establezca las nuevas condiciones aceptadas por todos para no volver a caer nunca más en este infierno. Lo estamos pagando muy duro. Y es que el resultado peor de esta siniestra época de mamoneo es la pérdida de confianza institucional. Hay que recuperar como sea todo esto.

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