Opinión

De modelos y de personas

Antes de zambullirse de lleno en la polémica del Mundial tratando de penetrar el intrincado bosque de ideas del que hace gala en las grandes citas el marqués de Del Bosque, este servidor de ustedes viene dispuesto a clausurar quizá solo provisionalmente, el ciclo del renacimiento republicano antes de que nos pongamos a debatir sobre la conveniencia o no de poner a Cesc de falso nueve. Por tanto, y a la espera de una nueva polémica que asoma desde ya mismo sobre cuestiones primordiales en las tácticas de la Roja, me gustaría solicitar de los defensores del modelo republicano ciertas aclaraciones que me resultan imprescindibles para saber si me sumo a la petitoria o me quedo como estoy. Uno lleva en la sangre genes republicanos por parte de padre, y estoy dispuesto a prometer que están arraigados y profundos. Que me identifico culturalmente con la república más que con cualquier otra cosa aunque me asalten las dudas sobre la idoneidad del momento presente y el nivel de predisposición y competencia de las personas sobre las que descansaría el proyecto. Las banderas tricolores que han salido a las calles y plazas de esta vieja piel de toro recuerdan el histórico segundo intento que no fue bueno, y los líderes políticos que han tomado como propia su defensa lo han hecho sin siquiera ponerse de acuerdo sobre el modelo que desean instaurar cuando llegue el momento de saludar a la tercera. Ni el modelo ni quien podría encarnarlo que esa es otra.

El sistema de república es, quiero recordar a quien lo ignora, como las ensaladas. Hay cientos de variedades, caben géneros muy diferentes en su confección, y se admiten innumerables aliños, todo ello muy dependientes del ámbito donde se elaboren. Hay ensaladas de mango y piña, de queso de cabra, de pimientos morrones, de bonito, pollo, con patata o sin patata, con lechuga, escarola, canónigos, berros, con tomate a secas o en compañía de cualquier otro elemento, hay quien le pone anchoas y aceitunas, los hay que les gusta sin cebolla, con manzana, de arroz, de cangrejo, con mahonesa, con alioli, o con aceite… Con la república pasa igual y puede ser unitaria, federal, presidencialista, totalitaria y muchos matices más. Eso hay que ponerlo en claro y cuando lo tengamos hablamos de las personas. Por ejemplo, quien la presidiría. No es una reflexión baladí. A mí, ahora mismo, no se me ocurre ninguno que lo merezca.

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