Opinión

No todo es verano

Es el verano una estación que todo lo puede y más ahora que, con las nuevas pautas que marca el  cambio climático, apenas existen estaciones intermedias. Se pasa del invierno al verano y del verano al invierno sin que el cuerpo se habitúe a periodos de transición. El de este año ha llegado casi por sorpresa apretando de firme en el plan meteorológico, cuajado de irregularidades y con mucha presencia en los momentos en que se ha hecho notar. Es natural. Llevamos dos años sin disfrutarlo en toda su grandeza y necesitamos respirar mar, tomar el sol, ir de acampada, beber tinto de verano, acudir a romerías y bailar agarrados en la plaza como en los viejos tiempos.

Por desgracia, el contraste es suficientemente explícito como para reflexionar sensatamente sobre el mundo que nos rodea y está decidido a estrujarnos el corazón  mientras bajamos o subimos de la playa. Estamos sentados sobre un barril de pólvora y todo lo que nos rodea nos advierte de que habitamos en un espejismo del que no queremos desmontar. La masacre de la valla de Melilla en la que una gendarmería marroquí intervino a sangre y fuego y con la que el presidente Sánchez y su conciencia han tenido que apechar, se ha desarrollado en un escenario que también se alimenta de bañistas y despreocupados veraneantes como seguramente lo serían cientos de pacíficas familias ucranianas que viajaban a la costa o se colocaban en los hombros las mochilas como todos habitantes de una Europa  en equilibrio y precaria armonía antes de que Putin invadiera por la fuerza su territorio. El verano tiene la virtud de mejorarlo todo, incluso el cuerpo de un veterano como yo que ahora, con algún kilo de menos y la piel tostada, se mira al espejo  y no se echa a llorar. Pero no puede simular lo que cuando uno sube de playa cargando con la sombrilla y soñando con la ración de sardinas asadas, se asoma a los informativos o abre las páginas de los periódicos. Para colmo de males, Yolanda Díaz también se ha mirado al espejo, se ha encontrado estupenda, ha flexionado los brazos, ha notado músculo y está dispuesta a romper el pacto de Gobierno como Sánchez siga por el camino de acceder a las peticiones de la OTAN  y triplicar el gesto militar. Sánchez, que ha puesto buena cara por exigencias del guión a los arrumacos del vetusto presidente Biden con su señora en los interminables salones del Prado, está ahora mismo metido en un lío de tomo y lomo aunque siga haciendo concesiones infumables y atentatorias, ergo la Ley de la Memoria Histórica que le dicta Bildu y lo que haga falta…

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