Opinión

El policía empresario

El comisario Villarejo es uno de esos personajes tórridos que saltan con gran frecuencia al primer plano de la actualidad sin que nadie se explique cómo han ido poniéndose a salvo y actuando de la manera que lo han hecho durante veinte años sin que nadie les haya tocado un pelo. Se trata de un caso que guarda ciertas similitudes con el ex presidente de la Generalitat, Jordi Pujol, al que ninguna instancia de la Hacienda pública le ha pedido cuentas en treinta años sobre la naturaleza de su fortuna y el modo de trampear impunemente el pago de sus correspondientes impuestos. Villarejo, comisario del cuerpo de Policía que ha coordinado la investigación de un caso tan actual y polémico como el que afecta a la venta de un ático de lujo propiedad del todavía presidente de la Autonomía de Madrid, compagina su profesión con una rica y activa vida paralela empresarial que le convierte en socio de al menos doce negocios millonarios, sociedades mercantiles privadas con capital superior a los dieciséis millones de euros y uno se pregunta cómo es posible que nadie, ningún ministro del interior anterior o actual, ningún ministro anterior o actual de Hacienda, ningún presidente del Gobierno, haya solicitado un informe pormenorizado sobre las actividades de este caballero que, además, actúa por libre grabando conversaciones, pinchando teléfonos, comiendo y cenando con los investigados y llevando una existencia que a uno le deja simplemente sin resuello.


Uno de los problemas que a muchos ciudadanos nos aterran es el de los policías sin control -que los hay y la prueba más evidente de que los hay es el comportamiento y la existencia de este sujeto-. Un colectivo que despierta respeto y admiración entre los ciudadanos como es el de la Policía, lidia de vez en cuando con este tipo de personajes de cuya presencia nadie está libre. Pero la obligación es identificarlos y controlarlos en lugar de permitir que sigan actuando impunemente sin rendir cuentas ni plegarse a las exigencias de sus superiores. Los policías sin control son bombas de relojería y Villarejo parece de esos. Habrá que esperar a los próximos días porque Interior, a estas horas, pide que le envíen un dossier sobre este poli empresario. Da miedo.

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