Opinión

Las serpientes veraniegas

El verano es un tiempo proclive al exceso en el que suelen presentarse situaciones muy atractivas que no se aparecen en invierno, tan frío, tan abrigado y tan aburrido y de ahí, las famosas serpientes veraniegas. Hace muchos años, cuando yo ejercía en mis primeros años en este oficio y me desbravaba en él como inexperto manzanillo, recuerdo que, por instrucciones concretas del redactor jefe, teníamos que procurarnos noticias veraniegas que atrajeran al lector y que procuraran estimular el interés por el número de cada día. Por tanto, en una jornada de desesperación y descartada la posibilidad de avistar un monstruo antediluviano en una lago del interior de Galicia, argumenté un artículo con epicentro en un pretendido avistamiento de ovnis localizado sobre una zona costera de la comarca fruto de la confidencia de unos amigotes pasados de copas en una discoteca playera.  Paradójicamente, el artículo tuvo un cierto eco, y el avistamiento de luces espaciales se proyectó sobre unas agencias de noticias igualmente ávidas de noticias de alcance y se difundió por toda España, así que me encontré mi especulación extraterrestre en diarios de Murcia y Andalucía.

Hoy no es posible especular sobre el monstruo del lago Ness o sobre naves tripuladas sobre el cielo gallego, pero la exigencia sigue pesando sobre las nuevas generaciones de manzanillos. Lo que pasa es que el mundo está tan patas arriba que las situaciones más peregrinas son verdad. Acabo de leer que a un tipo le han detenido en Villaverde por pasearse por la calle lanzando denuestos con un cuchillo de treinta centímetros en cada mano, y también he sabido que a otro sujeto le acaba de detener la Guardia Civil por fabricar armas de fuego con una impresora en 3D, cuestiones ambas que no se deban en mi tiempo especialmente la segunda, aún vedada por carencia de tecnología.

Por fortuna y a la espera de la reanudación del curso político, todos ellos descansan y han dejado un propio de guardia en la garita  con órdenes precisas para que no se le suba la sangre a la cabeza y no le dé por tomar decisiones. El presidente, por ejemplo, se ha sumido en un venturoso ostracismo en su residencia de la Mareta y mientras no abra la boca para legislar, todos estaremos a salvo. En septiembre será otra cosa desgraciadamente, pero por fortuna, aún nos quedan quince días. Luego, que sea lo que Dios quiera.

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