Opinión

La táctica del postureo

La última sesión de la legislatura antes de tocar a urnas como quien toca a retreta, nos ha mostrado a los líderes de los dos grandes partidos aplicando en este último cara a cara la estética del postureo a modo de adorno final a un periodo que ha dado el carpetazo. Se trata de un adorno que tiene mucho de taurino como esa revolera que clausura una tanda de capotazos y que se ejecuta con agresividad no exenta de guapeza para arrancar los aplausos del público y una foto de primera.

Pedro Sánchez, que ha forzado el cara a cara con Rajoy hasta esos terrenos resbaladizos en los que la contundencia en el debate se confunde peligrosamente con el insulto personal… -“usted señor Rajoy miente más que habla” le ha dicho el aspirante a la Moncloa por el PSOE al presidente- lleva más tiempo de la cuenta abonado al posturno y está tomando algunas decisiones que suenan a cantazos a ver que cabeza pillan pero que a la hora de la verdad no acaban de convencernos de que puedan aplicarse.

En su honrado afán de proponer novedades en su programa, Sánchez ha decidido barrer –son sus palabras- la religión del sistema docente aplicando esta receta a todos los colegios sean públicos, concertados y privados lo que implica meterse en varios jardines y pisar en ellos al menos tres veces la manguera. En primer lugar está la Constitución vigente, en segundo lugar el Concordato en vigor y en tercer lugar la libertad de los colegios privados a ofrecer las enseñanzas que deseen siempre que no quebranten la ley. Una cosa es que la asignatura de Religión no compute y otra muy distinta que un colegio de Jesuitas se avenga a no ofrecer esta enseñanza. Eso es como pedirle a un culé de toda la vida que se haga del Madrid. O viceversa.

Otra de las disposiciones del líder socialista es incluso más descabellada e invasora. Sánchez afirma que obligará a todos los partidos a convocar primarias como si él tuviera la potestad de imponer sus reglas en las casa ajenas. La proposición le ha servido para salir en la primera de un periódico amigo y para convertirse en risión de los líderes del resto de los partidos que establecerán los protocolos internos que sus militantes estimen convenientes sin que desde Moncloa los designen y se los impongan por la fuerza. Sánchez no sabe ya qué hacer para llegar a ella. Y por lo que dicen las encuestas aún no le salen del todo las cuentas.

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