Opinión

Tras la tempestad, lo que venga

Tras la tempestad viene la calma y calma y prudencia nos va a hacer falta para administrar con sentido común este nuevo y extraordinario panorama político fruto de las elecciones locales y territoriales cuyos resultados han pillado a Europa con estos pelos. Las grandes ciudades españolas están ahora en manos de formaciones de corte popular, zurdo y asambleario, también muchos de los gobiernos regionales, y los grandes partidos han sido literalmente barridos por las mareas. Ambos han perdido hasta la camiseta, pero al PSOE le ha sentado mejor la cosa que al PP, porque en estas circunstancias y atendiendo a determinadas alianzas, va a tocar poder. Salvo en Vigo donde el triunfo es histórico y con sobrada mayoría, lo harán como minoritario y necesario para cuajar los nuevos gobiernos. Ejercerá de bisagra por primera vez, pero va a tocar poder aunque ese modo de disfrutarlo es siempre sinónimo de desgracia. El BNG ha desempeñado ese papel en Vigo y le ha costado la vida.

Europa observa con temor y desconfianza un mapa político que se parece mucho más al de Grecia que al de Alemania si toca poner ejemplos. Un escenario nuevo de compleja catalogación e imposible de pronosticar que en los foros internacionales ha dejado señalada la primera huella. Hay una cauta expectación para tratar de calibrar cómo va a ser España en esta próxima legislatura y para comprender qué ha ocurrido en un país que comenzaba a despegar de modo prometedor en los ámbitos económico para parecerse a los del centro y el norte del continente y que en su aventura política ha resuelto incorporarse al difuso panorama de los periféricos.

Probablemente el modelo más razonable en un entorno social, económico e ideológico como el nuestro consistía en brocharse al pragmatismo y buscar un modelo intermedio pero para nuestra suerte o nuestra desgracia somos lo que somos. Muy adictos y entusiastas de los campanazos que acompañan a los movimientos violentos de un péndulo y que nos abocan a tomarlo todo por la tremenda.

Se dice que una nación como España, capaz de inventar el autogiro y el submarino no puede reaccionar de otro modo que subiendo al éter o bajando a las profundidades y es posible que exista razón en ello. Yo, personalmente preferiría que hubiéramos inventado la modalidad de caminar por la superficie, en línea recta y a paso ligero. Pero eso es soñar. 

Te puede interesar