Opinión

Hágase la luz… para todos

El primer día de la Creación, dijo Dios: “Hágase la luz y la luz se hizo”, ahora bien, si llega a saber el precio que alcanzó nos dejaría sin duda alguna en el mundo de las tinieblas. Además, ojos que no ven, corazón que no siente. Nunca mejor dicho.

Es que clama al cielo, suben el precio de la luz a la vez que tienen beneficios asombrosos, ¡y sin riesgos!, porque todos la vamos a consumir. Un negocio redondo en toda regla, lo más parecido que conozco es una funeraria, tarde o temprano, pero caes. Al final voy tener que agachar las orejas y darle la razón a Navarro, el ermitaño, y habrá que volver a lo de antes y cambiar la lavadora por el pilón; el aire acondicionado por el abanico; la televisión, ¡para lo que hay que ver!; el lavavajillas por el fregadero; la secadora, al aire que el tiempo acompaña; la plancha ya no, se estira; el horno, ¡por favor!, el horno por el churrasco del domingo de toda la vida, en el campo, eso sí, consultar antes con servicio contra incendios.

A veces para que no se entiendan las cosas no hace falta ni mentir, ni omitir, ¡al revés!, cuantos más registros descubras mejor, sino busquen el recibo de la luz, pero cójalo que no muerde, confíe en mí. Está claro ¡no! Nombre, domicilio y total factura. ¡A dónde va!, déjese estar, que esto no acaba aquí. Ahora para más sorna nos vienen con las nuevas tarifas, la ministra, dice que oye “exageraciones” sobre esto, otros ven fantasmas, ya sabe cada…, en fin si lo dice ella sus razones tendrá, a ver si se piensa querido lector que ser ministro es ser cualquier cosa, que son gente estudiada y no se levantan a las doce, que están todo el día dale que te pego para que funcionen las cosas. Ya tiene uno encima bastantes problemas para que nos lo vengan a aumentar así a lo tonto, a la sopa boba. En resumidas cuentas, te pones a pensar y siempre pagamos el plato roto los mismos. Mal anda esta piel de toro, me parece a mí, cuando lo que hay que ver no se ve y lo que no se debe ver te lo hacen ver, a saber: la factura

Sinceramente a mí esto de las nuevas tarifas me trae de pena, que sí tres períodos de consumo, que las horas punta, horas valle, horas llano, dos tramos de potencia, que si días laborales, fines de semana, festivos nacionales, de una hora a la otra, discriminación horaria…. ¡y la parienta que cuando pone la lavadora! No he pegado ojo en toda la noche. A las cuatro me levanto, me agarro de papel y bolígrafo y a exprimir las neuronas con el cuadrante semanal hasta que se me agarrota la mano. La verdad es que llevo tres días con una langrana encima que ni me soporto y eso que aún estoy con el horario de la lavadora, no le digo nada cuando me toque el frigorífico que siempre está encendido. Por eso le pido, por humanidad, a la señora ministra que me facilite una copia de su cuadrante semanal y así se pueda restablecer otra vez la paz en mi hogar.

Estas compañías que juegan a ser Dios, que ellos se lo guisan y ellos se lo comen, que se creen con derecho exclusivo del agua, recordarles que imperios más grandes cayeron y que el mundo da muchas vueltas, a fin de cuenta están ahí en parte gracias al pequeño consumidor y bien mirado la cuerda se rompe siempre por lo más flojo. Cuando Dios dijo: “Hágase la luz…” si leen la letra pequeña del contrato puntualiza claramente: para todos.

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