Opinión

Santa Miau

Alguien dijo una vez: ”Existen dos medios de refugio de las miserias de la vida: la música y los gatos”. También, “El gato es un regalo para que el ser humano pueda acariciar sin peligro a un tigre”. Este animal es a partes iguales digno de adoración y de rechazo, al achacársele poderes sobrenaturales positivos y negativos. O sea, interesante, misterioso, y sagrado como en el antiguo Egipto. El gato rivaliza con otras mascotas, pero tiene a su favor que es limpio y sobre todo, independiente. Elige a su cuidador, aunque en realidad deviene a ser el verdadero dueño. Es mimoso, cariñoso y fiel, pese a las “malas lenguas” de quienes nunca han tenido uno. Es tranquilo, sociable, calcula el tiempo y espera leal tras la puerta la venida de su “servidor”.

Inspecciona la casa diariamente, y detecta si algo fue cambiado. No acepta más mimos de los que cree necesarios, y no admite en sus dominios seres indeseables. Se pensaba que el gato era indiferente, sin embargo, muchos de los grandes escritores le han dedicado parte de su literatura y otros tantos le convirtieron en un auténtico compañero. Entre reyes, pintores, músicos y demás talentos, podemos citar al cardenal Richelieu, Winston Churchill, y el premio Nobel Ernest Hemingway. En el Museo Metropolitano de Nueva York hay infinidad de obras y referencias sobre gatos, a través de la historia. El caso es que el escritor John P. O’Neill escribió un libro que se convirtió en una obra de culto y popularizó a Santa Gertrudis en la actualidad. Benedictina, fallecida en Nivelles, Bélgica, en 659, se invoca a la santa contra las invasiones de ratones, devoción extendida por toda Europa y por la que se le reconoce como patrona de los gatos.

No hay que olvidar que estos felinos son cazadores, como todos los de su especie, y que les debemos su gran ayuda en el control de las plagas de roedores. El libro “Metropolitan Cats”, al que me refería anteriormente, fue publicado en 1981 por el MOMA, y en esa década, la imagen de Santa Gertrudis, aparecía profusamente rodeada de gatos, en sus brazos o a sus pies. Las miniaturas, las esculturas, las pinturas de la Santa eran reproducidas y multiplicadas, mientras la devoción se extendía cada vez más. Ahora ya sabemos que esos preciosos y valientes cazadores, tienen patrona. Que todos merecen que un buen corazón les ampare y proteja.

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