Opinión

Tan pequeño y tan entrañable

Era sólo un pequeño pájaro apresado en un edificio. Pero era más que eso. Era un pedazo de vida condenado al final de una soledad en desamparo. Sin embargo, este microcosmos apenas visible, despertó la piedad del vecindario de Conxo, en Santiago de Compostela, que, decidido, alertó a la policía y a los bomberos para poner remedio a la situación de una criatura hecha para tachonar el cielo de color y alegría. Algo tan pequeño y tan entrañable, que encierra en sí mismo la libertad, la armonía y el arte de lo imposible para el ser humano. Un pájaro es un poema, una obra de arte, un suspiro en el aire, el bosquejo del artista ensimismado en la maravilla que le rodea. Es un pequeño corazón que palpita en el lienzo azul y duerme en la enramada de los árboles. A veces baja de las alturas para recoger las migas que se siembran en el suelo de las terrazas y asciende con la carga en el pico para sus polluelos. Todo de lo más humano, espectáculo gratuito, ornato para los ojos y ternura para el viandante. Los artistas y las buenas gentes saben de eso, de admirar el arte que el pájaro domina; saben de reflejar la poesía que inspira, la bondad que despierta. Hablo con mis amigas Carmucha Vázquez Prats y Rosario López, del problema medioambiental.  La primera: pintora sensitiva, creativa y acendrada artífice de pinceles y paisajes; y la segunda: cortesía y delicadeza exquisita con aquellos a quienes trata, son justas en la valoración de la naturaleza, que ahora el Papa Francisco en su última Encíclica refrenda con unas palabras que lo elevan más allá, al pedir compasión para los animales. El Papa dice: “Nuestra indiferencia y crueldad hacia todas las criaturas de este mundo, antes o después afecta a cómo tratamos a otros seres humanos”. 

El papa Francisco se refiere asimismo a que es contrario a la dignidad humana matar o hacer sufrir a los animales gratuitamente, y se muestra preocupado por el trato que se les da en la industria alimentaria. Para él, toda creación tiene un valor intrínseco independientemente del uso que se le pueda dar, porque toda criatura tiene un valor a los ojos de Dios. Palabras dignas de reflexión, ya que el grado de civilización y de nivel cultural, se miden por el trato que se da a esos seres llamados inferiores y que tanta humanidad muestran a quien tenga ojos para ver y corazón para sentir.

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