Opinión

BARATO-BARATO

Vamos con una de las últimas recomendaciones del FMI respecto a nuestro país en materia económico laboral que pasa porque tengamos que seguir recortando la escopeta nacional, porque está disparando la deuda cada día más lejos hasta casi llegar ya al billón de euros o noventa y tantos por ciento del PIB, auténtica viga en el ojo español por mucho que nosotros no queramos verla o nos la tape el Peñón. El problema de esta nueva escopeta de cañones recortados, que debe poner a raya a la economía bandida y combatir al criminal desempleo hasta situarlo por debajo del veinte por ciento, es que debe usar balas especiales que las carga un diablo de exigencia de rebaja salarial de un diez por ciento general.


En el fondo la exigencia puede ser necesaria a pesar de que nos la diga un Fondo Monetario que nos tiene acostumbrados a decir hoy abril y mañana enero en función de quien sea su portavoz, pero es que se ha sumado también al consejo la Comisión Europea, y esto pica ya un poco más hacia el acierto la posibilidad del barato-barato salario, y más barato todavía despido laboral. No hay peor sordo que el que no quiere oír pero así no se resuelve ningún problema, y algo ha de haber de verdad en ello si escuchamos nuestro contador interior de tasa de paro, que resulta el peor mal que nos aqueja actualmente como sociedad.


Cualquiera que viva del trabajo por cuenta ajena se habrá indignado con la propuesta, porque trata del ombligo de cada uno, pero el tema excede cualquier personalismo excesivo. Porque es más indecente, y no debiera ser posible, que haya tanta gente justo al lado, hijos o hermanos, que vean pasar la vida sin ningún tajo donde estar. Y no me refiero solo al efecto de la pasta que produce el tajo, con la que poder ganarse la vida, sino al hecho de poder sentir la dignidad propia del que realiza una actividad productiva dentro de la sociedad. No se trata, pues, solo del parné o un estúpido estatus que alcanzar (al que se debe una parte del problema cuando se ha vuelto codicia y ambición desmedida en algunos, que rapiñan todo lo que pueden en detrimento del mejor y más sabio reparto), no, no se trata solo de esto sino de una cuestión humana de frustración del desarrollo personal que puede llevar hasta la enfermedad psicológica. Un poco de compasión, por favor, que sin compasión la cosa no tira ni un poco.


La verdad es que el primer derecho laboral pasa por tener laboro, de ahí que los gritos indignados de los profesionales dedicados a manejar estos asuntos del trabajo se vuelvan contra los más necesitados del referido primer derecho, al igual que cierta normativa laboral parece querer regular solo pobreza en este campo o callejón sin salida. Claro que para confiarnos a una medida tan grave como esta, que pretende una rebaja salarial, no pueden liderarla los negociadores de siempre: ni esos patronos que silban para otro lado solo cuando sus jefes entran en la trena al descubrirse sus bajos fondos, ni los representantes sindicales que se han hecho políticos de la rama laboral y que se comen hasta los fondos destinados al plato de formación de sus hambrientos representados, ni partidos políticos que protegen siempre los mejores sueldos-sobresueldos-dietas-lo que sea, y con los que parece que nunca va la cosa, cuando la cosa es mala. Precisamente de la posible eficacia de la impopular medida nos hace sospechar la respuesta conjunta del trío la-la-la-laboral, que resulta gobierno, sindicatos y patronal, que se han opuesto todos a una y uno para Todos, a los quiebros que le quieren hacer el orden social desde fuera. Realmente, si la medida apuntada bajase seis puntos el desempleo, se debería discutir ya, como le es debido a otros ombligos abiertos de tanto dejar escapar por ellos desesperación y miedo. Y de otras fórmulas reductoras para fortunas económicas, sicav, sueldos millonarios, paraísos fiscales y demás, también tendrían que hablar si fueran serios.

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