Opinión

Percepciones

Después de las elecciones


Se aprecia pesadumbre por un lado y alegría desbordante, o satisfacción contenida, por el otro. Pero hoy hablemos de lo primero, pues hay detalles que se suceden en estas ocasiones de pesadumbre para algunos, que revelan una condición humana de cierta bajeza y que debemos denunciar; la revancha menos noble, esa propia del que se siente sometido pero no se rebela y que en cuanto cambia la tostada estalla saliéndose de madre, como reacción que me contaron de un funcionario contra Jardón, o la de un profesor de Universidad para con una directora xeral (que ni conozco) escribiendo públicamente contra su gestión a los dos días de perder el poder, o la del mismo Beiras con el cuchillo entre los dientes para hacer caer totalmente a un Ánxo medio caído.


Vi también pesadumbre en el rostro de Laura Seara, puesta a la defensiva en un primer momento ante posible mofa por la derrota, pero que recibió de inmediato mi ‘nada más lejos’ sincero, aunque no conlleve cínica enhorabuena, lógicamente. Pero digo esto, porque me aburre tremendamente que la política la sintamos como poder personal, que no de ideas. Precisamente por esto del poder en las personas, creo que parte de la responsabilidad en la derrota de los gobernantes anteriores hay que localizarla en actitudes prepotentes y poco humildes de algunos cargos que, cual nuevos ricos, equivocaron su caudal e hicieron chirriar una política de puertas abiertas a todos.


Resumiendo doscientas


Tal como hice el año pasado, con motivo de las cien primeras percepciones, vuelvo a hacerlo este año con las otras cien siguientes, somero repaso, puesto que el martes pasado cumplimos las doscientas, a una velocidad de cien por año.


Entre las cosas buenas, sin dudarlo, poemas inéditos como el de Juan Ramón Jiménez sobre Dolores Franco, facilitado por Manuel Ramos de Linteo, o poesía de Juan Grullo, al igual que haikus de Cruz Viso; fotografías de Luis Vecino o Ana Blanco; el traído recuerdo de ourensanos fuera, de la talla cooperante de actual afgano Roberto Vila, o científica de Javier Cudeiro (bendito cerebro) y Curro Outeiriño (buena vista), o de fuerza joven académica como la yankiciudadana Alejandra Juno (por citar sólo algunos). Artistiñas, exposiciones, actos académicos, reuniones, juegos, historia, pensamiento, el libro de Víctor Campio, etc. Pero, por encima de cada uno en singular (mencionados o no), todos ellos, la calle, el encuentro, las relaciones humanas que se dan espontáneamente, son oportunidades para las cosas buenas que te proporciona el estar atento a ellas.


De las menos buenas, dejando aparte, por ser mera anécdota, el disgusto provocado en Perianes por comentario sobre una intervención suya en el Ateneo, que me valió el título de gacetillero, o el del malentendido término arbitrario utilizado en otro comentario sobre Carmen Iglesias y una camiseta, tengo que decir que no ha habido lugar para ninguna clase de arrepentimiento; entre otras cosas, porque, como me dice Monchiño Oro, ‘eres un Onega de la escalera’, por blandiblu. Por destacar algo, al ser admirador de la mujer como ser, decir que en abril me cayeron aguas mil de incomprensión, manifiesto incluido, de parte de algunas mujeres políticas, María Quintas, Laura Seara y Marta Arribas, que hicieron de simple juego en buscar atractivos sin malicia una afrenta a la mujer y su inteligencia; la verdad es que no sé si debiera poner lo ocurrido en vez de en el campo de las cosas menos buenas, en el de las mejores, pues el juego que dio a nivel de polémica fue superior a cualquier otro; pero como no es el fin de la sección buscar polémica por polémica, pues mantengámoslo aquí.


Diálogo en el médico


No es ningún chiste sino algo real sucedido en la consulta de un médico del Sergas al pedirle un hombre determinada receta prescrita por otro médico, el de empresa, a su mujer.


El médico del Sergas, al escuchar algo de laringe cuando el hombre le estaba explicando, le dice: ‘siéntese y abra la boca’. No, no soy yo, es mi mujer Esther la enferma, insistió el marido. ‘¡Ah, perdón!, está bien, pero lo que debe usted es dejar de fumar’. Pero si no fumo desde hace diez años, doctora. ‘¡Ah, perdón nuevamente, es que me olía tanto a tabaco...!’. Pues debió de ser en el bar donde tomó café antes de entrar donde se pegó el olor, pensó él.



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