Opinión

Percepciones

Resaca electoral


Para escamarse de coincidencia es lo de Alicia en el país de ellas, pues a Alicia Cabanelas y a su hijo, que habían sido vocal y presidente de una y otra mesa en las pasadas elecciones, les volvió a tocar desempeñar los mismos puestos en las del 1 de marzo; no me digan, pues, que no es ‘Alicia en el país de los... Salesianos’. Y no más tenencia me han contado que le han dicho a alguien que tenía que presentar un evento municipal; nada de publicidad sobre la Tal; a partir de ahora, Concello y concejalía pertinente, como es debido y no un invento; porque no puede el interés particular prevalecer sobre el público, cual insoportable capricho de nene rico. Si es así ¡bien por rectificar!, pero ¿y cuándo se cure la resaca? No recuerdo quién lo dijo: ‘Conviene notar que el natural de los pueblos es variable. Se podrá hacerles creer fácilmente una cosa; pero habrá dificultad para hacerles persistir en esta creencia’. ¿Perciben algún paralelismo?


Los torpes, con Montes


Indudablemente el tema de la eutanasia atrae la atención del público, sobre todo en el ámbito de los sanitarios, de los que estaba la sala llena, no en vano son ellos -las más de las veces- los que dan el último abrazo a la persona al abrírsele a ésta la puerta de la muerte. Por esto, además del presentador Ildefonso Breve (dos veces bien, Cejudo) pude ver a varios médicos, Chechu Jiménez (que me comentó la prohibición del 2005, ¡momento caliente!, a que hablase este médico en ningún centro del Sergas; otra versión me contó que no habían solicitado autorización), Mariano Vega, José Carlos Villar, Fidalgo, y bastantes mujeres que, con poca perspicacia bastaba, se advertía claramente eran también profesionales de la medicina hospitalaria; así, además, lo constaté después a la salida del Foro La Región, donde tuve oportunidad de escuchar a una de ellas, enfermera jubilada mamá Sira, contarme su propia experiencia cercana a la muerte, y que dejó a medias, no sé si porque alguien le informó de mi condición de periodista o porque realmente tenía prisa por su nieto, como me dijo; en fin, cuando mamá Sira quiera me tiene a su disposición para seguir escuchándola.


El caso es que el doctor Montes, que no era ningún conocido en el círculo científico por su ciencia (como me apuntó el doctor Sueiro), tiene gran notoriedad pública por polémico proceso jurídico en base a denuncia anónima por sedaciones irregulares en pacientes del Severo Ochoa de Urgencias de Leganés, del que fue absuelto. Debido, seguramente, a la implicación política del caso, el conferenciante se ha convertido en líder mediático de determinada postura ‘por dar la muerte’ (como a él mismo le gusta el término) en caso de que exista muerte presente, inevitable y con terribles sufrimientos. Y el público asistente parecía claramente a favor de la postura, moral o política, pues recibió al líder carismático con cálidos aplausos.


Sin embargo, el debate de la eutanasia es más profundo que la simpatía o rechazo que pueda producir nadie en particular, correspondiendo las decisiones más al ámbito de la conciencia personal que al campo público. La propia consideración del término ‘muerte digna’ como intento de enfrentarnos a la realidad del suceso destructivo de la humanidad de la persona que muere, ofrece una resistencia lógica en todas las muertes anteriores, acontecidas a través de los tiempos, y de las que acontecen y acontecerán fuera de un hospital, sin cuidados paliativos pero no por ello exentas de exacta dignidad, si es que hay alguna en el proceso de la muerte, pues la dignidad es propia de la vida.


En cualquier caso, lo que sí debería haber entre médico y paciente en el trance de dar la muerte, es lo que leemos en el libro del cirujano Nuland, titulado ‘Cómo morimos’, al respecto de que, inexcusablemente, debe haber siempre entre ambos unos lazos humanos estrechos, cuestión que por su propia naturaleza no parece se establezcan en un servicio de Urgencias.


Pero bueno, cualquier elemento que se mente al respecto resulta un tema que ni Leso Vidal, Enrique Bande, la mujer que apuntó en su intervención hacia la muerte cátara, ni cualquier otro posible interviniente del coloquio posterior, pueda encontrar en el señor Montes al mesías de su respuesta. Pues qué decir del ejemplo real de un hombre de fe, y también de ciencia, que dejó escrito en una estampa de la Virgen (transcribo literalmente) ‘mi sufrimiento lo ofrezco por mis culpas y por el bienestar de los míos’, cuando llegó a la muerte tras grandes sufrimientos físicos por el padecimiento, entre otros, de diversas fracturas óseas derivadas de metástasis de cáncer; ¿Tuvo o no una muerte digna? Pues claro que sí, si existe ésta, de ahí que insista en la importancia del lazo entre quien administra los tiempos de la sedación y el paciente.



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