Opinión

Percepciones

Icono del agua viva


En Celanova, hace años que el párroco Manuel Rodriguez se empeñó en reivindicar la figura de Nuestra Señora de la Armada. A propósito, se le ocurrió hacer un premio de poesía con tres sonetos dedicados a la Virgen, dotado con una cantidad económica nada despreciable y que ganó en una edición Monseñor Araújo. Con un jurado constituido por Enrique Bande, Víctor Campio (enhorabuena por el nuevo reconocimiento que hoy mismo se le entrega y que no necesita pero es justo y necesario), Teresa Devesa y, antes Ogando, ahora su sustituto, Serafín Marqués, el premio fue interesando a poetas más allá de nuestra Galicia.


Así, y en plicas cerradas, lo ganó también Juan Miguel Domínguez Prieto, del que doy a conocer una muestra con este otro soneto al Icono Del Agua Viva, del Icono del Salvador de G. Krug. Atención: ‘Me enamoras, quietud, con agua viva,/ quieta la voz y la mirada estable./¿Soy la sed que te busca o se hace amable/ el salto de tu fuente rediviva? Yo te miro a la luz, que siempre estriba/ en tu pupila antigua y perdurable./ Tú me miras con voz, con inefable/ salmo de soledad, porque conviva.


Vas hilando de gracia el movimiento/ a tu luz, cenital, y hacia tu acento./ Y solo veo aquello que mi hilas.


-Será tu lloro mi agua hacia la altura-,/ pues antes de que alcance tu hermosura/ eres la luz hallando mis pupilas’.


Asociación de ideas


Desde la crisis financiera actual, muchas certezas se han vuelto tuertas. Por lo menos a mi vista y pensamiento; tal vez, por mi desconfiada naturaleza, aunque más bien por vientos de cruda y triste realidad económica. Como, por ejemplo, ese viento solano de que ha asolado hasta la ruina de Palmira a Caja Castilla la Mancha, y frente al que alguien intentó hacerle creer a la opinión pública e impositor privado que su casita de papel resistiría bien; eso sí, hasta fusionarla con Unicaja, pensaría ese alguien, y, claro, saliendo de rositas sus responsables consejeros y administradores beneficiados de haber ganado una pasta; incluso pretendía el presidente de la misma, el señor Moltó, colarse y colocarse por rondón en la vicepresidencia de la nueva Caja fusionada, ¡vaya jeta! Sólo los escandalosos datos denunciados dieron al traste con su maniobra política y económico-casera.


Pero el caso anterior ha traído al conocimiento puntual de la población la influencia de los poderes políticos en las Cajas, con propio nombramiento del señor Moltó, o con movimientos consejeros en la Caja de Madrid; al tiempo que nuevas medidas extraordinarias que ocultarán algo la situación real de cada una de ellas, al no tener ya obligación de publicar sus balances individuales; y un nuevo fondo de reestructuración del Gobierno que aprueba ayudas antes de que la UE las suprima o tutele. Ayudas, siempre ayudas, para las entidades financieras.


Pues bien, por algún tipo de asociación de ideas hoy me trae este negocio el recuerdo sobre las responsabilidades a las que obligaron asumir hasta la impiedad a alguno en Ourense en tiempos pasados. Me acuerdo de Ricardo Martín Esperanza como director de Caixa Ourense, personaje de especial bonhomía que ayudó a muchos ourensanos a salir y sacar adelante sus economías, y a quien unos consejeros de la misma caja ourensana (que, me imagino, querrían medallas de hojalata para tapar sus propios agujeros de personalidad) empapelaron hasta la cárcel mitigada de hospital en sus últimos días por un frágil corazón. Implacables con este hombre por fallarle el tino con algún cliente, caso de famoso otorrino que se suicidó posteriormente por su fracaso en Alicante; ¡leña al moro!, ¡leña a Caíto! Por estos fallidos u operaciones irregulares, a pesar de la posición de la Caja en séptimo lugar de las españolas, al paredón de barrotes. Y con este recuerdo tenemos que convivir con el pensamiento de los agujeros negros actuales de algunas Cajas necesitadas de ayudas estatales, pero sin ningún consejero o administrador pidiendo perdón. Eso sí, con directores que parecen ser dueños de la calle. Simplemente: asociación de ideas.



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