Opinión

Percepciones

Corte Inglés y comercio


Se ve anuncio de venta de pisos con referencia a su situación cercana al futuro Corte Inglés; como un valor. Se ve que estos grandes almacenes ayudan a vender lo que lo rodean, incluso pisos. Ya se vislumbra el gran centro comercial. Para mí, el mejor, pero el menos inglés de todos. Y los pequeños comerciantes del Centro, Ponte o Couto, de uñas, aunque uñas ya limadas por reglas impuestas del mercado y propias contradicciones. Lo curioso no es que se opongan a que se ponga, sino que se ponga donde se va a poner, porque lo que quieren evitar es que alrededor de él florezcan nuevos comercios que cambien el equilibrio comercial entre las zonas de la ciudad, en favor de este nuevo foco y en perjuicio de los otros. Y a esto le llaman deslocalización, cual si Mariñamansa fuese China. Pero ¿hay ahora equilibrio entre zonas? La preocupación, sin embargo, es lógica. Más de cinco mil comercios pueden cerrar en Galicia por culpa de la crisis, según he leído en prensa. Pero por la no crisis también, puesto que competir con bancos, grandes superficies y ventas por internet, es algo que cada día está más fuera del alcance de las hondas de los David comerciantes.


El dato es tremendo, pero cierto, puesto que, aún teniendo en cuenta el idílico hecho de que los potenciales clientes del comercio fueran al mismo tiempo amigos íntimos del pasaje bíblico y no sucumbieran a ningún Goliat comercial, la realidad impone pérdida de poder adquisitivo y empleo que eliminan ya de por sí clientes.


¿Qué hacer, pues, para protegerse? Por supuesto, con hacer cursos subvencionados para arreglar algunos presupuestos, o peleando para que el transporte metropolitano (ese que no llega nunca) pase por la puerta misma de su comercio, no basta. Pero, si además, se tragaba sin decir ni pío cuando la Administración trataba de imponer diccionario lingüístico de atención al cliente y viaje a la ruina; si no hay nada sobre una posible creación de una Central profesional de Compras propia, autonómica o nacional, con el fin de obtener el mismo producto que el grande en igualdad de condiciones del proveedor y mismas garantía de devolución; si nada de solidaridad entre sectores; si nada de examinar cabezas propias con granos; si, además, se desparraman los órganos representantes y existen flagrantes abstencio nes, desde luego todo hace que no nos guste nada la orina de este enfermo.


Arrolla


El otro día les comentaba que llovía, y lo que hacíamos los que andamos por la costa cuando no podemos ir a la playa, pero es que hoy arrolla, y, entonces, lo mejor es, simplemente, refugiarse en casa. Y es que parece como si el verano quisiera ir de la mano con la economía, procurando su propia crisis climática, porque mira que está siendo malo, que no lo recuerdo peor. Pero como yo los tengo a ustedes, me dedicaré hoy a escribir mi percepciones sin ninguna prisa por llamada de sirena de sol ni de blanca arena, realmente oscura por mojada.


En primer lugar, quisiera resolverles el acertijo sugerido el pasado día con la siguiente pista, Galicianova, al respecto del por qué todos quieren ser mayores. Las noticias que se vienen dando en el sector financiero, y en declaraciones del señor Núñez o Facenda, respaldan la intuición de tantos al respecto de una Galicianova o Novagalicia, Caixa Novagalicia o Caixa Galicianova, Caixa Galega o como diantres le pongan de pseudónimo a la nueva caixa que resultara de una hipotética fusión entre Caixanova y Caixagalicia; y esto provoca el sentimiento de querer ser mayor al empleado de estas dos por desear dejar de ser ente activo y sí feliz prejubilado para ver los futuros toros desde una barrera sin cornadas. Sobre todo quieren ser mayores los que ya tienen percebes en los innombrables y ya no aspirar sino a vivir fuera del estrés bancario.


Y pese que alguno no quiere, gracias a chivatazos de quien no sale en la foto, se impone el deber del ‘aquí te pillo aquí te mato’ (no mato de matofórico, sino metafórico), al sorprender al grupo de empleados y ex empleados que pasaron a lo largo de su pequeña historia (14 años) por la oficina del Progreso que cerró Caixanova el pasado día 22 (borremos ya de nuestra memoria el 988.21.95.55), y a la que en pasado día aludía a ella como la de Ervedelo, aunque exactamente no por hacer esquina con esa calle era esa. Ex Caixa Ourense y dos Rosas, Malena, María José, Sergio, Carlos, Belén, los dos prejubilados Moncho y Pili, otros dos próximos a ella, la prejubilación, Ruti y Bobillo, y uno que es ahora de la competencia, Alberto, posan debajo del umbral de su oficina ex Caixa Ourense (la persona es de donde pace), que a las dos horas de echar el cierre ya no contaba ni con cartel. Y algunas lágrimas contenidas.



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