Opinión

Percepciones

Anónimo


‘Efecto directo y efecto inducido’, ‘atractivo universal para el mundo’, y otras perlas de alta escuela dialéctica se las he escuchado soltar en la radio a un personaje público que es presidente de Algo en Ourense (hubo mucha más locuacidad, pero si conduces no apuntes, que diría un Stevie Wonder periodista). Hombre al que le gusta más hablar en público que comer con los dedos, al que le encanta oírse cuando habla, que emposta la voz y riega su oratoria con particular diccionario contaminado de atrevida ignorancia. Supone el no susodicho (digo el pecado y no el pecador) un verdadero espectáculo gramatical en antena. Y algo de vergüenza ajena ¿Será?, sí, sí, el mismo que está usted pensando.


O valor da Xenerosidade


Lo vi y me gustó. El libro. De los amigos a un amigo. Bonito homenaje, con artículos, dibujos, semblanzas, fotografías, caricaturas, poesía, o lo que cada uno de los 250 colaboradores creadores del mismo quiso plasmar en su espacio de página, dedicada a Marcos Valcárcel. Tres de ellos utilizando el español ¡ojo al dato, García!, Chesi, Simón Lorda y Roberto Verino. Sana envidia de tanto afecto mostrado, tantos píxeles humanos de simpatía en la fotografía de Valcárcel. Únicamente un pequeño pero, de carácter emocional, por la presencia de sellos institucionales en la contraportada, que aparentan propaganda y desenfocan tan bello gesto personal de amistad con cierto toque de pinta económico. Siendo tantos, para mí es una pena no ver cerrado un hermoso círculo en torno al libro entre sólo ellos, los 250 y el homenajeado. Acaso sea mis prejuicios con los patrocinios, que tantas veces se hacen dueños de las iniciativas; pero porque es mío, el prejuicio, lo digo, aunque me cueste la colleja de alguno de estos colaboradores y también amigos míos. Enhorabuena a todos por el libro.


Angelita Varela


El próximo mes nos la van a acercar a los ourensanos José Luis Cofán, Maribel Outeiriño y Elvira Cuevillas. La figura de Angelita Varela. En mesa redonda de jornada organizada con motivo de un homenaje al arquitecto Vázquez Gulías por las Fundaciones Vicente Risco y Santamarina. Pero ¿quién fue Angelita? Pues vayamos a ello con simple boceto que será pintura con los ponentes arriba mencionados.


Angelita Varela en realidad se apellidaba Santamarina por ser hija del hidalgo Ramon Santamarina (desde la inclusa en Ourense a emigrado en América, donde logró enorme fortuna), quien al haber fallecido su esposa envía a los tres hijos a Ourense para ser criados por su hermana Dolores, que estaba casada con D. Antonio Varela (de ahí Angelita Varela). Por su propia experiencia huérfana levantó en el Couto un edificio nobilísimo para la educación de huérfanas, siendo su arquitecto Vázquez Gulías, quien contó con el consejo y la opinión de dos buenos amigos y vecinos del Couto como fueron Jesús Soria y Marcelo Macías, pero sobre todo con la absoluta implicación y gusto personal de la propia Angelita. Esta capilla del Santo Ángel, pequeña catedral, cuenta con la obra cumbre de Asorey, que es el sepulcro donde fue sepultada Doña Dolores, con unas vidrieras increíbles (que casi cuestan su marcha de España en su día, por ser apedreadas, y que Ourense entero no permitió al abrir una suscripción popular reparadora, y cuyo listado publicó La Región), y uno de los mejores museos privados de España que está pidiendo desde ultratumba la vuelta de su tesoro guardado por motivos de seguridad por Caixanova, porque ya debe regresar de alguna forma al deleite de todos los ourensanos.


La Marquesa buena, como la llamó el radical Basilio Álvarez, mujer pionera e impulsadora de la cultura, nos la volverán a presentar próximamente a los ourensanos, en la propia Fundación Santo Ángel, estos vecinos mencionados para que no la sigamos olvidando tanto.


Ourensanos fuera


Ánxela Fernández Alonso


Sin llegar a los treinta lleva cuatro en Escocia. Profesora de Filología en la Universidad de Edimburgo, su amistad con los libros hace que su segunda casa sea una preciosa librería de viejo. Buena paragüera, como muestra a la puerta de la Abadía, está integrada felizmente como para no volver, de lo que nos alegramos por ella pero no por nuestra tierra (nº uno de España en despoblarse). Querida Anxela y demás jóvenes emigrados, ¡volver, please!; os necesitamos.

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