Opinión

ALCALDES Y FARAONES

Leyendo al economista Pedro Schwartz he sabido de una calculadora en la que, introduciendo unos cuantos números, cualquiera puede averiguar cuántos días ha de trabajar este año para pagar sus impuestos. De tal modo que, si el español medio se sentase frente a un ordenador y teclease sus datos, descubriría que en 2012 dedicará los ingresos de 124 días a cumplir con la cosa pública. O, lo que es lo mismo, que tendría que haber trabajado desde 1 de enero hasta el pasado 3 de mayo única y exclusivamente para estar en paz con Hacienda y con la Seguridad Social.


Lo peor de esta cuenta es que, como apunta el propio Schwartz, no toma en consideración el hecho de que, además de los impuestos y de las cotizaciones sociales, los ciudadanos también soportamos la deuda de las administraciones. Y es que, por muy bonito que quede en los manuales de Hacienda Pública, no es del todo cierto eso de que 'la deuda pública la pagan nuestros hijos'. O, por mejor decir, no es del todo cierto que la paguen 'sólo ellos'. Nosotros también la pagamos y, de hecho, estamos pagando las facturas que ocultaron los políticos que nos han gobernado durante décadas; esos políticos que dejarían en nada al hijo pródigo de la parábola evangélica y que, ahora que ha llegado el tiempo de las algarrobas, vuelven su mirada a Europa implorando el perdón paterno. Con perdón, valga la redundancia, de la señora Merkel, que ni es nuestro padre, ni quiere ser nuestra madre. Y sus razones tiene.


Al fin y al cabo, nosotros somos los que hemos derrochado hasta tal punto que hay municipios en España, como el de Pioz en Guadalajara, que necesitarán una eternidad para saldar sus deudas. O, por no exagerar, 7.058 años, ahí es nada. Y todo eso, pásmense ustedes, por una depuradora y una piscina millonarias que ahora están en desuso. Con lo cual casi es una suerte que el alcalde de turno se quedase en eso y no se atreviese a levantar una réplica de la pirámide de Giza. Quizá porque sabía que, en eso de las pirámides, nos aventajan los antiguos egipcios, que construyeron las originales y las pagaron en menos de siete milenios. Habrá quien diga que eso fue así porque probablemente los egipcios pagaban más impuestos, aunque yo me inclino a pensar que tal vez fue porque sus faraones gastaban con mejor criterio que nuestros gobernantes.

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