Opinión

ALGO FALLA

El país está que arde a pesar de las temperaturas otoñales de estos días. Y, sin embargo, todavía hay quien se empeñan en incendiarlo. Y en esa caterva de pirómanos de tres al cuarto, a medio camino entre lo amateur y lo profesional, se cuentan esos energúmenos que, un día sí y otro también, se ganan unas líneas en el periódico del día a cuenta de los desmanes que cometieron la víspera. Es el caso de esos chavales, adolescentes consentidos y faltos de sentido, que en cuanto pueden se apuntan a una manifestación y, a la mínima, la revientan para, ya de paso, reventar lo que se les ponga por delante e incluso, cuando el número lo permite, las narices de quienes se cruzan en su camino.


No faltan ejemplos de actitudes como esta y de eso escribía hace algunos sábados. Pero como la realidad es obstinada, esta semana ha vuelto a ocurrir lo mismo cuando, con ocasión de la huelga estudiantil, un centenar de jóvenes asaltaron el colegio de los Salesianos de Mérida. Y eso, claro, desconociendo que el mismo derecho que los asistía a ellos para no acudir a clase era el que asistía a los estudiantes que, en aquel centro, querían hacer lo contrario.


Lo pintoresco de este suceso es que los asaltantes enarbolaban banderas de la segunda república y que, en homenaje a aquellos años convulsos, proferían gritos que recordaban las proclamas que algunos acuñaron en los años treinta;: '¡dónde están los curas que los vamos a quemar!' o '¡más educación pública y menos crucifijos!'. Eso salpimentado con empujones, destrozos y conductas de esas que, permítanme la ironía, retratan las convicciones democráticas de sus autores.


Si esa es la manera de reivindicar mejoras en la educación pública, habrá que convenir que, en efecto, esas mejoras son necesarias. Porque el hecho de que unos quinceañeros crean que esa es la manera de defender sus ideas es tan preocupante como el hecho de que otros saluden con el brazo en alto. Se equivocan ellos y se equivocan quienes, ya adultos, los jalean. Como ese dirigente de las Juventudes Comunistas, Rafael García de Vinuesa, que quiere redimirse del pasado burgués de su familia y de ese apellido de gente bien, metiéndose a comecuras. Aunque en realidad no pase de ser un 'nini': uno que ni estudia, ni trabaja. Sólo jode al prójimo y se convierte en la viva muestra de que, sin lugar a dudas, algo falla en nuestro sistema educativo.

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