Opinión

AVIÓN

Los medios de comunicación se hacían eco estos días de la estancia del hombre más rico del mundo, Carlos Slim, en tierras gallegas. Y es que, al parecer, el magnate mexicano, que comparte el podio de los más adinerados con Bill Gates y Warren Buffet, habría visitado el municipio de Avión invitado por el empresario Olegario Vázquez Raña, oriundo de aquellos lares. Y habría pasado, y quizá esto sea lo más sorprendente, absolutamente desapercibido mientras conocía Galicia y señaladamente ese rincón de la geografía ourensana tan vinculado, desde hace ya varias generaciones, al país azteca.


De las bondades de ese municipio pueden dar fe todos los que alguna vez lo han visitado o tenido ocasión de tratar personalmente con sus gentes; y, en especial, aquellos que, por una razón u otra, tenemos la fortuna de hacerlo a diario. No es exagerado decir que en Avión es fácil descubrir, como ocurre en otros lugares de nuestra provincia, a esas personas de bien que te honran con su amistad y con las que uno comparte gustosamente lo mismo un café matutino que un 'pulpo á feira' y, sobre todo, una conversación de esas que encierran una lección de vida y que hacen que el tiempo vuele.


Conociendo Avión y a sus gentes es fácil comprender la razón de la prosperidad de tantos emigrantes que un buen día cogieron sus maletas y cruzaron el charco para conquistar un futuro mejor para ellos y para sus hijos. Ese futuro que supieron labrarse, con no poco esfuerzo, en los países de ultramar y, en especial, en ese México que, a pesar de la lejanía, se siente tan presente en ese municipio de montaña. Y es que, a fin de cuentas, sus gentes supieron desafiar numerosas dificultades, trabajar incansablemente y arriesgar lo indecible para alcanzar, con todo merecimiento, el éxito que los ha hecho tan populares.


Me atrevería a afirmar que la capacidad de emprender es un rasgo muy característico, casi idiosincrásico, de los vecinos de Avión y es lo que los ha llevado a salvar tantos obstáculos, a erigir grandes empresas y a hacer de su pueblo un sinónimo de prosperidad. Su visión de futuro, su sana ambición y su capacidad de trabajo han convertido a sus gentes, dondequiera que vivan, en un ejemplo de que el esfuerzo y la valía siempre tienen recompensa.

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