Opinión

BANCOS DE ALIMENTOS

La Federación Española de Bancos de Alimentos ha sido galardonada esta semana con el Premio Príncipe de Asturias de la Concordia. Un premio que es, sin desmerecer la valía de los demás candidatos, más que merecido. Sobre todo si consideramos la ingente labor que desarrollan los bancos de alimentos en nuestro país desde hace ya muchos años y, de forma muy especial, en los últimos tiempos. Y es que, a fin de cuentas, no muy lejos de donde usted lee este periódico hay gente que vive con menos de lo necesario y que, de no ser por la labor de estas asociaciones, tendría que escoger entre pagar el alquiler o llevarse algo a la boca. Y eso, por triste que resulte, ocurre aquí y ahora: en la España de 2012.


En este sentido, es preciso destacar que los bancos de alimentos vienen a resolver una de las contradicciones más graves de nuestra época: la de vivir en un mundo caracterizado por la abundancia mientras sigue habiendo gente que, no muy lejos de nosotros, sobrevive en condiciones miserables. Vivimos en una sociedad en la que unos tenemos de todo e incluso nos sobra mientras otros no tienen siquiera lo imprescindible. Y eso explica precisamente el propósito de los Bancos de Alimentos: recuperar los excedentes alimentarios para hacérselos llegar a quienes, en nuestra ciudad y en nuestros barrios, tanto los necesitan.


Pero esto sólo es posible, y conviene subrayarlo, gracias a la colaboración de las instituciones públicas y de las empresas que donan alimentos o contribuyen económicamente y, por descontado, gracias a la aportación de tantos particulares que ponen lo mejor de su parte: lo mismo da que sea un kilo de arroz que una hora de su tiempo libre. Esas personas son las que hacen posible la labor altruista de los bancos de alimentos y las que encarnan el espíritu de concordia y generosidad que este año ha reconocido el Premio Príncipe de Asturias.


Aquí, en Ourense, también hay un banco de alimentos que forma parte de la Federación Española y que, desde su fundación en 1997, ha hecho posible que muchas familias ourensanas tengan cada día una preocupación menos y un plato de comida más. Es un banco de alimentos que, como tantos otros, trabaja callada e incansablemente por un mundo más justo y que por eso bien merece este pequeño reconocimiento y, por qué no, su pedacito del Príncipe de Asturias.

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