Opinión

CIFRAS Y LETRAS

Fue Evaristo Acevedo quien afirmó que 'sólo nos damos cuenta del valor del idioma cuando debemos escribir un telegrama'. Bien es cierto que, desde que el madrileño acuñara esta máxima, la tecnología ha cambiado nuestra vida cotidiana y, si antes la gente se percataba del valor de las palabras a la hora de telegrafiar un mensaje, ahora lo hace a la hora de enviar un SMS. Pero tanto en un caso como en el otro, es en esos instantes cuando uno comprende que las palabras son valiosas y que incluso tienen precio.


Traigo a colación este hecho para destacar la importancia de la palabra, incluso en ámbitos tradicionalmente asociados a los números, como en la economía misma. No en vano, y en contra de lo que podríamos pensar, muchas veces es más importante una página impresa que una compleja cuenta en esas calculadoras, ahora treintañeras, que forman parte del atrezzo de Wall Street. Y es que si las palabras han podido frente a las espadas, también han de poder frente a las cifras.


A este respecto, es curioso ver el impacto de algunas declaraciones -palabras, al fin y al cabo- en la economía: en la nacional y, por descontado, en la doméstica. Y, por poner un ejemplo, bastará recordar la que se armó cuando el comisario europeo Joaquín Almunia habló de la posible 'liquidación' de alguna entidad bancaria española. Cundió el pánico, corrió la tinta en los periódicos, opinaron expertos y no tan expertos y, a resultas de todo ello, se asustaron los ahorradores. Y todo porque el exministro empleó un término inapropiado, sin ser consciente, o sin querer serlo, del daño que hacía una afirmación tan descabellada, luego desmentida por los hechos.


Y qué decir de Mario Draghi, gobernador del BCE: bastó su comparecencia del pasado jueves para que las bolsas española e italiana se desplomasen y para que repuntase la ya famosa prima de riesgo de ambos países. Dijo lo que dijo, calló lo que calló y millones de inversores vieron caer el valor de sus acciones, mientras dos estados veían encarecerse su financiación. Y todo, como decíamos, por unas simples palabras. Con ello queda demostrado que las letras sí importan. Ya lo dijo Freud: 'Palabras y magia fueron al principio una y la misma cosa, e incluso hoy las palabras siguen reteniendo gran parte de su poder mágico'. También, y ya es decir, en la escena económica.

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