Opinión

LA ESTACIÓN DE FRANQUEIRA

Lo leíamos hace unos días en estas mismas páginas: algunos empresarios ourensanos, con el aval de las administraciones públicas y el apoyo de otras entidades sociales, quieren bautizar la futura estación del AVE con el nombre de Eulogio Gómez Franqueira. La iniciativa ha partido de la Asociación de Empresarios del Polígono de San Cibrao, ése que lleva el nombre de David Ferrer, otro ourensano ilustre, también desaparecido. Y, como era de esperar, ha tenido una excelente acogida en esta provincia que tanto le debe a Franqueira y, por extensión, a cuantos lo han secundado con su esfuerzo y con su ilusión en tantos proyectos.


Al volver la vista atrás, es obligado reconocer la capacidad de trabajo y la visión de futuro de aquel maestro de O Ribeiro que, lejos de arredrarse ante las dificultades, supo buscar los medios para enfrentarlas. Esa fue quizá la mejor lección de aquel hombre humilde, de carácter amable y grato recuerdo: el demostrarnos a todos sus paisanos que, incluso en una época de postración económica y en una provincia olvidada como la nuestra, era posible hacer algo grande. El recordarnos a los ourensanos de entonces y a los de ahora que la unión hace la fuerza y que, si queremos como quiso Franqueira, podremos como pudo él.


A la vista de todo esto, es de justicia el reconocimiento que quiere tributársele al que fue, entre tantas cosas, fundador de Coren y de Caja Rural de Orense. Los romanos sostenían que los tres preceptos del Derecho eran 'vivir honestamente, no dañar a otro y dar a cada uno lo que es suyo'. Desde luego, Eulogio Gómez Franqueira cumplió ejemplarmente con esta triple exigencia: fue un hombre de una honestidad sin parangón y, como me consta, lejos de dañar a nadie, ayudó a todos, sin hacer acepción de personas. Por eso mismo, ahora nos toca a nosotros honrar su memoria y, siendo agradecidos como también lo fue él, darle lo que sin duda le corresponde: su nombre en una estación que, cuando llegue el día, nos recuerde que, si Ourense no ha perdido el tren del progreso, ha sido por la labor de quienes, como él y sus colaboradores y tantas familias de cooperativistas, han tirado de nuestro vagón.

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