Opinión

FUNCIONARIOS

Casi un año después de su desaparición, hemos conocido el triste final de Ruth y José, los dos hermanos cuyo rastro se perdió en Córdoba el pasado mes de octubre. Y a lo luctuoso de la noticia, no por esperada menos dolorosa, se unen las especiales circunstancias del caso y, en particular, una que ha sorprendido, y con razón, a la opinión pública: el primer informe de la policía científica confundió los restos calcinados de los dos niños con los de simples roedores.


Estamos ante un error sumamente grave; sobre todo porque no ha hecho sino prolongar vanamente la investigación policial y agravar la desesperación de la madre y la familia de Ruth y José. Un error que algunos han aprovechado para poner en la picota la labor de la policía. Y, aunque es cierto que aquí alguien se ha equivocado y mucho, también lo es que, como recordaba el ministro del Interior, 'hasta el mejor escribano echa un borrón'.


Pero frente a este fallo están los numerosos éxitos de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado y, por extensión, de todos los funcionarios. A menudo juzgamos su labor por titulares como los de estos días o nos dejamos llevar por los prejuicios que presentan a los empleados públicos como ávidos lectores de la prensa escrita o consumidores compulsivos de cafeína en horas de trabajo. Y eso no deja de ser una injusticia para con los millones de hombres y mujeres que cada día desempeñan su labor en la Administración con la máxima diligencia.


Precisamente esta mañana charlaba con un amigo que me hablaba del equipo médico que le salvó la vida y, en especial, de un especialista que se desvivió hasta dar con el tratamiento que necesitaba; un doctor que trabaja en nuestra ciudad y que lo hace, para más inri, en la sanidad pública. Y que, por lo que decía mi interlocutor con ese entusiasmo que nace del agradecimiento más sincero, no descansa cuando se trata de dar con el remedio que necesitan sus pacientes. En resumen: una gran persona y un excelente profesional que resulta ser, miren ustedes por dónde, funcionario.


Por eso hoy escribo estas líneas: porque puede resultar simpático retratar la desidia de algunos funcionarios, los menos, en una viñeta o en un chiste, pero es injusto olvidar que la inmensa mayoría trabaja a diario con dedicación y que, a pesar de sus errores, cosecha éxitos que no deberían pasar desapercibidos.

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