Opinión

IRINA Y EL PRINCIPITO

Si tuviese que salvar tres libros de mi biblioteca y dejar que el fuego consumiese los demás, 'El Principito' sería, sin lugar a dudas, uno de los elegidos. No sabría precisar a qué edad lo leí por primera vez, aunque sí podría decirles que la última fue hace unos días. Como también podría decirles, casi confesarles, que son pocas las semanas en que no me entretengo, siquiera unos minutos, hojeando alguno de los diversos ejemplares que he atesorado a lo largo del tiempo y disfrutando con alguna de las peripecias de su pequeño protagonista.


Pocos han sido también los años en que no he regalado una copia de 'El Principito' a alguien que aún no había tenido la fortuna de descubrir esta obra deliciosa. En ocasiones, como bien supondrán, los agajasados han objetado que se trata de un libro escrito para niños y que ellos ya han cumplido treinta o cuarenta o cincuenta y tantos años. Entonces yo me he sonreído y los he invitado a leer detenidamente la dedicatoria que del libro hace el autor a su amigo Léon Werth 'cuando era niño'. Son unas líneas cargadas de emoción y significado en las que Saint-Exupéry nos recuerda que 'todas las personas grandes han sido niños antes (pero pocas lo recuerdan)'.


Desde luego, si hay una ocasión propicia para recordar que fuimos niños, esa ocasión es el 6 de enero. Ese día en el que, de una manera espontánea, hacemos esa regresión a la infancia a la que nos invitaba hace poco y desde estas mismas páginas Wilson Jones. Entonces es fácil volver a maravillarse ante iniciativas tan sorprendentes como la de Irina Fernández, esa pequeña ourensana que, como nos contaba este jueves La Región, cada Navidad elabora y vende sus galletas caseras para comprar decenas de libros que después regala a niños con pocos recursos.


Estoy seguro de que pasarán los años e Irina seguirá viviendo la noche de Reyes con la misma ilusión y con la misma generosidad con que la vive ahora, a sus pocos años. Como también estoy seguro de que, si no lo ha leído ya, alguna vez leerá 'El Principito'. E incluso puede que, en cuanto tenga ocasión, regale algún ejemplar de dicha obra a otros niños o, por qué no, a alguno de esos adultos que, de vez en cuando, olvidamos que una vez también fuimos niños como esos que ayer amanecieron sonrientes.

Te puede interesar