Opinión

RAJOY Y LA FELICIDAD

Mariano, devuélvenos la felicidad', le gritó una coruñesa a Rajoy al comienzo de un mitin. Y el dirigente popular, ni corto ni perezoso, aceptó el reto e hizo suya la propuesta de aquella espontánea, comprometiéndose a hacer todo lo posible para devolvernos esa felicidad que, en los últimos tiempos, nos ha resultado tan esquiva. Tanto que podría parecer que, si a Sabina le robaron el mes de abril, a nosotros nos han secuestrado la felicidad. Y bien está que alguien, no importa si a la izquierda o a la derecha de no se sabe dónde, trate de rescatarla.


Cuestión aparte es el precio de ese rescate porque, como han venido a demostrar diversos estudios científicos, para conseguir la felicidad no nos bastan ni la Visa ni la MasterCard. Al menos, no a partir de un Producto Interior Bruto per capita de 15.000 dólares medidos en paridad de poder adquisitivo: hasta esa cifra, existe una correlación apreciable entre el aumento del nivel de renta de los individuos y el aumento de su felicidad; sin embargo, más allá de ese importe, esa relación desaparece, quizá porque, cuando disponemos de lo verdaderamente esencial, poco nos aporta lo superfluo.


Todo esto viene a corroborar lo que ya apuntó el primer ministro británico David Cameron en 2010, cuando dijo que 'es hora de admitir que en la vida hay más cosas que el dinero y es hora de concentrarse no sólo en el Producto Interior Bruto, sino en el bienestar general, que no puede ser valorado con dinero ni intercambiado en los mercados'. Y ello porque, como también añadía el político conservador, ese bienestar 'se refiere a la belleza de nuestro entorno, a la calidad de nuestra cultura y, sobre todo, a la fortaleza de nuestras relaciones; mejorar el sentido del bienestar de nuestra sociedad es, yo creo, el reto central de nuestro tiempo'.


Razón tenía David Cameron y razón tienen los científicos, como razón tenían nuestros padres al recordarnos aquello de que el dinero no da -no compra- la felicidad. Quizá por eso la última tarea que se ha impuesto Mariano Rajoy es la más compleja de cuantas pueda incluir un político en su programa electoral: porque, si difícil es sacarnos del agujero económico en el que nos hemos precipitado, más difícil será devolverle a este país su sonrisa de siempre. Aunque tampoco sea tarea imposible.

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