Opinión

Espectáculo deplorable

Con el paso de los días se comprende más que Rubalcaba haya decidido renunciar a la secretaría general del PSOE. Su partido se ha convertido en un patio de monipodio, un guirigay de ambiciones y rencillas personales en el que las esencias del partido socialista, de tanta historia, importan menos que los objetivos de una serie de personas que estaban esperando la oportunidad de alcanzar las alturas; y con el argumento de la necesaria renovación, que efectivamente es necesaria, se promocionan algunos nombres de corta biografía, por no decir de medio pelo, que se creen imprescindibles por el simple hecho de no haber cumplido 40 años.

Ni se les ha pasado por la cabeza que además de la energía propia de los jóvenes, la experiencia es un valor indispensable para quien quiere asumir nada menos que la responsabilidad de gobernar o de dirigir un partido con aspiraciones de gobernar.

El mal resultado electoral en las europeas parece que ha sacado lo peor de cada uno. En el PSOE de hoy, el que debe encontrar sustituto a Rubalcaba, se discute por todo y se hace además sin guardar las formas.

En algún caso, la reflexión, o los deseos, se convierten en amenaza, como ha hecho Madina al advertir que si el secretario general no lo eligen los votantes renuncian a presentarse candidato.

A lo mejor el PSOE sale ganando con esa renuncia de ayer mismo, porque dice poco de Madina que ponga en cuestión la ética de quienes deben garantizar el funcionamiento de los órganos del partido.

Hasta ahora los secretarios generales los han elegido los delegados, que es verdad que en muchos casos se mueven muy inducidos por los responsables locales y regionales. Pero nadie ha puesto en cuestión que Felipe González, Almunia, Zapatero o Rubalcaba han sido elegidos limpiamente, a pesar de que fueron delegados los que les votaron para ocupar la secretaría general, tal como marcaban los estatutos. Si la dirección del PSOE decide finalmente que sean los militantes los que voten se dará un paso más en la apertura del partido a una mayor participación, pero ser elegido por un delegado no disminuye la validez de una elección.

Se nota a la legua que los que aspiran a capitanear el PSOE del futuro no ponen en cuestión la metodología de si primero congreso y después primarias o al revés, ni tampoco si es más democrático elegir a través de delegados o de militantes, sino que se expresan en función de lo que consideran más conveniente. Para ellos, para sus objetivos, no para el partido.

Triste espectáculo en un partido de larga trayectoria en el que ha habido y hay cabezas pendientes de hacer lo mejor para España. Que es una palabra, por cierto, que se escucha poco estos días en las filas socialistas.

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