Opinión

Insultos

Felipe González se ha dedicado con ganas a la estrategia de la crispación. El ex presidente no ha demostrado mucho entusiasmo hacia Rodríguez Zapatero a lo largo de la legislatura, incluso ha descalificado abiertamente su política en más de una ocasión y han estado un año largo sin cruzar palabra, pero llegan los tiempos electorales y punto en boca: todos con el PSOE y para el PSOE, y si hay que llamar ’imbécil’ a Rajoy para azuzar así a las masas de los indecisos y de los pasotas, pues se hace. No es el mejor González el que ha aparecido en campaña, pero los socialistas están encantados con tenerlo dando mítines y arreando al Partido Popular y a Rajoy hasta cansarse.


El PP no se queda de brazos cruzados. Martínez Pujalte, que conjuga bastante bien el verbo crispar, ha presentado la anunciada denuncia contra la reforma de la vivienda oficial del ministro Bermejo, que según Pujalte se hizo sin seguir lo que marca la ley, a través de una adjudicación directa. El Gobierno ha respondido que lo hizo por razones de seguridad, mejor una empresa que varias, pero los del PP no lo consideran un argumento válido, así que han abierto un nuevo frente de batalla electoral. Bermejo no atraviesa su mejor momento, entre la reforma del piso y la polémica por la forma en que su mujer entiende qué es una baja laboral, ha abierto un frente incómodo para los que no quieren que haya un solo problema en la campaña socialista.


Y hablando de incomodidades, se advierte cierto tufillo maniobrero en el hecho de que ahora, y precisamente ahora, se convoquen tal cantidad de huelgas en Madrid y Valencia, dos comunidades en las que el PP pisa fuerte y en donde aspira a ampliar sus escaños. Huelgas directamente relacionadas con la vida cotidiana, el transporte urbano y la recogida de basuras. ¿Habrá por ahí alguna mano negra trabajando a la contra? Un dato importante en esta campaña: sólo importan Zapatero y Rajoy, mal que les pese a otros candidatos. El debate a siete en Televisión Española, con representantes de los siete partidos con grupo parlamentario, tuvo una audiencia mínima. Llamazares y los nacionalistas, que tanto se empeñaron en ese debate multitudinario, tendrían que hacer una reflexión sobre cómo están enfocando su política.



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