Opinión

La pinza que no es pinza

En el círculo más próximo a Pedro Sánchez se empieza a pronunciar la palabra “pinza” con la misma insistencia que la pronunciaba el círculo de Manuel Chaves cuando era presidente andaluz y las tenía tiesas con Javier Arenas y Julio Anguita, a quienes acusaba de hacerle una pinza para desestabilizar su gobierno.

No hay tal pinza. El problema de Sánchez no es que se haya convertido en el adversario a abatir tanto por Podemos como por el PP, sino los errores cometidos. Tan es así, que en estos días previos a una nueva contienda electoral, con quien tiene que vérselas tiesas al candidato socialista es con sus propios compañeros de partido, un PSOE que semeja un barco el peligro de hundirse por diferentes vías de agua.

Se equivocó al promover pactos con Podemos tras las municipales y autonómicas, multitud de votantes socialistas volvieron la espalda a un partido que compadreaba con los populistas de extrema izquierda con tal de hacerse con un puñado de gobierno y alcaldías en las que no habían ganado. Se ha equivocado al firmar un pacto con Ciudadanos cuando aspiraba a alcanzar un acuerdo de gobierno con Podemos, sabiendo como debía saber que Podemos no quería ver a Ciudadanos ni en pintura… sentimiento que era recíproco. Se equivocó al insistir tanto con Pablo Iglesias que su imagen pasó de triunfante a fracasada; Iglesias le hizo concebir esperanzas que el secretario general socialista jamás debió concebir porque Podemos iba a lo que iba, a lo que ha ido siempre, a hacerse con el poder. Y le importaba poco que Sánchez le fuera con la cantinela de que no quería el cambio. Claro que lo quiere Podemos, pero no el que pretendía Sánchez, desalojar a Rajoy: lo que pretendía Pablo Iglesias y sigue pretendiendo, es desalojar a Rajoy y a Sánchez para imponer su modelo leninista. Es lo que ha querido siempre para este país, aunque todavía hay ingenuos que creen que Podemos busca el bienestar de los españoles. Ya ha despejado alguna incógnita cuando en su acuerdo con IU ha incluido una reducción de 15 mil euros anuales del gasto público y una importante subida de impuestos.

Eso significa, ni más ni menos, que menos sanidad, menos educación, menos pensiones, menos infraestructuras y por tanto menos trabajo… y menos salarios porque habrá que pagar más a Hacienda.

Sin embargo, en lugar de anunciar imposibilidad definitiva de cualquier tipo de acuerdo con Podemos, para alejarse del disparate, Sánchez aún hace gestos de acercamiento. Lo que da pie a algunos de sus dirigentes regionales para intentar acercamientos con podemitas locales. Lo que sea con tal de ampliar el poder. Sobre todo cuando no se han ganado las elecciones.

Sánchez y el Comité Federal están obligados a tomar decisiones contundentes, aunque no sea más que para reconducir una situación que se les va de las manos.

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