Opinión

Primarias y mandatos

Es lo que tienen los finales y principios de año, el empeño generalizado de hacer balance y previsiones. Ocurre en Francia  y en Pernambuco, y España no podía ser ajena a esa norma no escrita que se sigue a rajatabla.

Se ha analizado hasta la saciedad lo que puede ocurrir en los cuatro congresos de partido que se celebran antes de verano, tres de ellos de forma inmediata y el del PSOE algo más retrasado por razones también analizadas, la Gestora cree que con el paso de los meses se irá disolviendo el “sanchismo” y de momento los hechos le dan la razón. El PSOE empieza   a recuperar imagen mientras llega a acuerdos de Estado con el gobierno, y Ciudadanos se lame las heridas producidas por esos acuerdos que les son ajenos, aunque Rajoy no se cansa de decir que Ciudadanos es “socio prioritario”. Además de esas peripecias políticas, en los congresos se decidirán dos cuestiones que  marcarán el futuro de los partidos: si se asientan las primarias como fórmula de elección de cargos dirigentes y candidatos a las listas, y si se limitan los mandatos presidenciales.

Lo último es más probable que lo primero. Aznar anunció su decisión de no prolongar su candidatura a un tercer mandato y Zapatero hizo lo mismo, pero ni PP ni PSOE lo han incluido en sus estatutos, y todo indica que al menos en el PP, que es lo que interesa hoy porque  es  el PP el partido que gobierna, dejará la decisión a criterio del presidente de gobierno.  Quedaría en manos de Rajoy anunciar si se retira después de los dos mandatos o los prolonga, como hizo en su momento Felipe González. Hay quien piensa que dos son suficientes para cumplir los objetivos que se marquen al inicio y que además se evita así la tentación de patrimonializar la gestión de gobierno, de sentirse  único dirigente capaz de tomar decisiones sólidas y solventes.

Las primarias son un asunto discutible. El mejor de los dirigentes políticos es el que cuenta con un equipo unido, de confianza, leal y que comparte las mismas aspiraciones y la misma metodología de trabajo. Las primarias han encumbrado con frecuencia a los candidatos de carácter más abierto frente a los más serios o de mayor experiencia, o han conformado grupos  ejecutivos o parlamentarios deslavazados, que apenas se conocían y se sentían más leales al sector que les había votado que al presidente o secretario general.

Los partidos estables y de larga trayectoria son los dirigidos por personas  que abren un debate  sobre las decisiones más delicadas de tomar, y que una vez aprobadas nadie de su equipo va a cuestionar. Hay fórmulas mixtas eficaces de elección de cargos, pero las primarias estrictas han provocado problemas estructurales profundos, y no hace falta citar ejemplos porque son sobradamente conocidos.  Si los congresos del 2017 se empecinan en el error, mal les irá a PP, PSOE, Ciudadanos y Podemos.

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