Opinión

Sánchez rectifica a ZP

Aquella votación del 2011 fue decepcionante para los socialistas. Zapatero se plegó a las exigencias de Bruselas y, de acuerdo con Rajoy, modificó el artículo 135 de la Constitución, que quedó supeditado a lo que pedía la Unión Europea: las administraciones públicas debían adecuarse al principio de estabilidad presupuestario, y el Estado y las Comunidades Autónomas no podrían incurrir en un déficit que superase los márgenes establecidos por la UE. Es decir, por encima del estado del bienestar había que respetar las imposiciones de la UE para reducir el déficit y cuadrar las cuentas.

Ese acuerdo era imprescindible para que Rodríguez Zapatero pudiera evitar el rescate de España. Fue a partir de esa modificación cuando Zapatero empezó a sentir en su nuca el aliento de los suyos pidiendo paso para sustituir a un dirigente que ya no respetaba aspectos fundamentales del ideario socialista. Y solo a partir de entonces Rubalcaba, candidato in pectore para sustituir a ZP, asumió que su situación era insostenible por aceptar lo que era inaceptable.

Los diputados del PSOE, incluido Pedro Sánchez, se sometieron a la disciplina de voto, pero al nuevo secretario general le ha faltado tiempo para enmendar la plana a Zapatero y sumarse a la propuesta de Izquierda Unida – tumbada gracias a la mayoría absoluta del PP- para que de nuevo se modifique ese artículo 135 que, dice la izquierda, abre la posibilidad de que el gobierno, cualquier gobierno, reduzca los presupuestos en educación, sanidad o prestaciones sociales si no se consiguen la siempre deseable estabilidad económica.

Sánchez suma tantos con esta propuesta, demuestra una sensibilidad social que sin duda se agradece a cualquier político, sobre todo cuando la crisis ha provocado tanto déficit de soluciones asistenciales. Pero quien aspira a gobernar debe buscar el necesario equilibrio entre esa sensibilidad social y cuadrar las cuentas del Estado.

La demagogia con frecuencia está reñida con la buena política. Sánchez debe recuperar al votante de izquierdas, tan desencantado, y tentado de apostar por un movimiento como Podemos. Un partido que solo ofrece humo, pero con mensajes que suenan bien precisamente porque las cuentas le importan un bledo a Pablo Iglesias; lo que quiere es alcanzar poder para imponer su proyecto, que no es precisamente el de la defensa de las libertades. Con ese panorama se comprende que Pedro Sánchez tenga gestos como el de proponer una vuelta atrás al artículo 135 , para que los gobiernos recuperen la capacidad de dar prioridad, ante cualquier otra cuestión, a los asuntos sociales.

Pero cuidado con apuntarse a lo que suena bien: un buen jefe de gobierno debe controlar todos los flancos. Todos. Y determinadas decisiones pueden provocar no solo desajustes que no nos podemos permitir sino, también, desconfianza respecto a la capacidad del gobernante para gestionar las cuentas del Estado.Cuentas en las que hay capítulos que, sin ser tan cercanos como sanidad o educación, de ninguna manera pueden ser infravalorados.

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