Opinión

¿Hay alguien ahí?

Claro, puedes suponer que este mundo carece de auriga. Nadie lo dirige y así anda todo, de aquella manera. Las piezas del puzle circulan etéreas, inmateriales, impalpables… pero de pronto notas que todo se ensambla. Que aquella pieza se acopla inesperadamente con aquella otra.

¿Y si todo fuese casual?

 El azar es ave invisible. Circula a nuestro redor, nos sobrevuela, nos circunda, se nos sube a los hombros esperando la mejor oportunidad… y en ese momento, inesperado, no previsto, en el que le da la gana… ¡plaf! Explota delante de nosotros.

No podemos controlarlo. Poder hacerlo supondría que somos dueños de las circunstancias, de las oportunidades, de los cambios de esa tela de araña que nos rodea habitualmente. Tú sabes que no miento, que posiblemente tu actual trabajo, el puesto que ocupas en tu nivel social, la compañera o compañero que hoy es tu pareja seguro que ha llegado a ti de manera no prevista.

La familia, fundamentalmente las madres, nos enseñan en la infancia a subir los peldaños de la escalera de la vida. Y en eso estamos cuando nos preparamos estudiando una u otra cosa. Pero… estoy convencido que eso sirve como máximo para entretenimiento. Pero la realidad es, que lo que te proveerá de tu destino vital es, ese montón de circunstancias, sobrevenidas, advenedizas.

A veces decimos que es importante estar en el sitio adecuado y en el momento adecuado. Pero ni eso. Esa ave translúcida de la que hablo se posará sobre la mujer u hombre a la que amarás u odiarás, sobre aquello que fue tan importante en tu vida. Tendrás la ocurrencia de denominarla como “casualidad” pero sabes que no lo es.

Procuras hacer todo con un propósito, pero no sirve de mucho. Entonces… ¿Quién se atreve a empujarte a unos u otros lugares? ¿Quién te mete las manos bajo las axilas para llevarte de aquí para allá? Y tú que no lo conoces, sin embargo, lo obedeces y aceptas ser esa “poupée de chiffon”, ese juguete de trapo con el que ¿se divierte… ? ¿Quién? ¿Tal vez el destino?

Si fuese así nuestra vida sería una pura casualidad y todas las circunstancias se irían organizando, reorganizando, concitando, colocando en la forma y manera que ya estaba escrito en el libro sagrado. Todo iría dirigiéndose y todas las inevitables circunstancias te inducirían, apremiarían, forzarían una decisión que supondrás tuya. Aunque ya sabes. Si te juzgan te pedirán responsabilidades, mientras tú… argumentarás que todo fue inevitable.

No solamente los seres humanos sufrimos esa aparente y misteriosa fuerza. La sociedad se mueve a empujones y aparentes casualidades, como la penicilina, el descubrimiento del nuevo mundo, la revolución industrial, los inventos, las fórmulas culinarias… 

El cura de mi pueblo es un viejito que se pasa las horas muertas en la capilla de aquel montículo. Yo lo aprecio mucho porque fui su monaguillo. Él piensa de otra manera. Recuerdo que un día como estos de otoño en los que las hojas inician su caída desmayada desde los almendros de mi huerto, este hombrecillo fue y me dijo:

Que te crees tú eso. No amigo mío. La Providencia va tejiendo con serendipia, todas las opciones y caminos. De ti depende escoger el que quieres caminar para llegar al que consideres tu destino.

Alguien ahí fuera o dentro de ti, pilota este barco esférico que es el mundo.

En fin… cosas de don Baudilio. 

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