Opinión

¡Aleluya, paisa¡

Este artículo va dedicado, aunque él nunca lo sabrá, ni menos lo leerá, a un joven artista que con su monociclo circense realizaba vistosos ejercicios mientras duraba el semáforo en un paso de peatones del Paseo de la Castellana de Madrid. Ejecutaba este hombre su exhibición con tanto entusiasmo que en muchas ocasiones consumía los segundos de cadencia del semáforo sin darle tiempo a “pasar la gorra” entre los conductores que estábamos esperando a que se abriera.

Una mañana, mientras abría la ventanilla del coche y buscaba unas monedas, sonaba en la radio el “aleluya” de Leonard Cohen, él se puso también a cantarla, no lo hacía mal el tío, tendría poco más de veinte años. Desde aquel día, cuando coincidíamos en el semáforo, siempre me saludaba con un !Aleluya, paisa¡ Era simpático, se llamaba Antonio, andaluz de Sevilla y se le notaba. Me hice cliente fijo y siempre le daba algunas monedas. En los pocos segundos que duraban nuestras charlas semafóricas me dijo que estaba de ocupa en el colegio Juan Evangelista que desalojaron hace unos meses. Un día le dije que en Galicia tenía muchos pueblos para ocupar y nadie le iba a echar.

Nunca entenderé (o tal vez sí, será la puta soledad esa) cçomo estos ocupas pueden estar amontonados entre la mugre en las grandes ciudades, mientras hay tantos lugares deshabitados en nuestro país. Reconozco que antes los que vivían en los pueblos, no tenían aceso a la cultura ni estaban al tanto de lo que pasaba, por eso cuando venían a la ciudad se les notaba en su aspecto y se les llamaba paletos, pero hoy en día se hace lo mismo en los pueblos que en la ciudad, es decir, ver la tele, el internete, y enchufarse al móvil. Qué pena de refugiados, con lo felices que estarían entre los castaños del Alfonso Arias, en Larouco o similares, y no en esos tristes campamentos de alambradas y tiendas de campaña. ¿No se podría negociar algo con la UE al estilo turco, con tres mil millones del ala, en esta tierra nuestra que se está despoblando y que es tan bonita? Los “ficharíamos” y tendríamos más diputados, entre otras cosas. Esto lo solucionaba el Jesús Gil en un pis pas. Cobrando eso sí. Y tal y tal.

Los fabricantes de automóviles y máquinas en general van incorporando distintos mecanismos y acesorios para ir mejorando su utilidad, y si esto sigue así; en Madrid, desde la calle Alberto Alcocer, hasta Atocha, hay habitualmente tres o cuatro “estaciones de servicio” de estas, en los pasos de peatones del Paseo de la Castellana, en donde te pueden limpiar el parabrisas y algo más, o ensuciarlo, según, hacer alguna exhibición o simplemente, pedirte una moneda, en los segundos que tarda en abrirse el semáforo; le sugeriría a los fabricantes de automóviles que le incorporaran un dispensador automático de monedas, mediante un brazo articulado, para que al llegar a los semáforos, dándole a un botón, puedas entregarle una moneda al acróbata, limpiador, o lo que sea que esté al mando de la “instalación”. Resulta muy incómodo ponerse a buscar una moneda apropiada en tus bolsillos, estando sentado y con el cinturón de seguridad, sabiendo que te pueden quedar diez o quince segundos para dársela antes de que te piten los de atrás para que arranques.

No he vuelto a verle, ni sé lo que será de su vida. Recientemente me tocó parar en “su” semáforo de la Castellana y esta vez había una pareja de jóvenes intercambiándose unos bolos que tiraban a gran altura para llamar la atención de los conductores. Acordándome de tí, Antonio, le quise dar una moneda, pero en aquel momento no sabría ni en qué bolsillo la encontraría, además de ir atado con el cinturón de seguridad y a escasos segundos de que se abriera el semáforo.

El próximo coche, además de la climatización, control de velocidad, navegador, etcétera. lo pediré también con un expendedor automático exterior de monedas. Con brazo articulado en la aleta izquierda.

!Aleluya, paisa¡ Y que tengas un feliz año 2016 allí donde estés.

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