Opinión

Esa no es mi derecha

Entre los 37 procesados por corrupción del caso Gürtel y los 65  de las  tarjetas Black de Bankia-Caja Madrid , se encuentran nombres que están en la boca de todos  y que en cierto modo representan a esta derecha corrupta; aunque en el caso de Bankia también hay implicados  trincones  de otros partidos;   que tanto nos han perjudicado, sobre todo, al Partido Popular  que, aún así, la gente les sigue votando y otra gente se sigue echando las manos a la cabeza porque no pueden  entender que eso sea así. Me imagino los resultados que conseguirían si no hubieran contado entre  sus filas con tanto  corrupto.

Nombres como Luis Bárcenas, Pedro Crespo, Francisco Correa, Jesús Sepúlveda, Rodrigo Rato, Francisco Granados, Miguel Blesa, etc. ligados profesionalmente,  por amistad,  o por oportunismo al Partido Popular, están  dando estos días  delirantes explicaciones ante los tribunales del dinero detraído, de una u otra forma, de las arcas públicas.

Por sus orígenes, educación y formación, la mayoría de estos personajes proceden de familias  que generalmente llamábamos de  derechas, pero que no han heredado lo que era tradicional   en todas ellas;  la  seriedad y la honradez que tantos años presidieron las relaciones sociales y económicas en nuestro país. Ya sabemos que siempre hubo excepciones , pero tendremos que reconocer que la gran mayoría de los ciudadanos, sobre todo políticos, tenía un comportamiento ya no correcto,  si no exquisito,  que hizo que  nuestro país fuera,  y en menor medida lo sigue siendo, uno de los países más serios y seguros.

Ya sabemos que la corrupción ha alcanzado a todos los partidos políticos, pero es que los de derechas iban más a misa, no sé si me explico,  y ahí está la cuestión. Cuando un país está ligado a una religión, como en nuestro caso estaba a la católica, hasta la llegada de la Constitución, ayer, como quien dice;  el que delinquía, además de tener que dar explicaciones a la Guardia Civil que a su vez, necesitaba  pillarlo "in fraganti", testigos, grabaciones, etc.,  tenía que confesarse, y ahí, no hacían falta pruebas ni verificaciones del delito porque el infractor el solito se acusaba.  Habrá a quien esto le suene a épocas medievales,  pero esto sucedía hasta hace bien poco tiempo en nuestro  querido y sufrido país. La gran mayoría, sobre todo los que se consideraban de derechas, cumplían con las leyes, no solo las del estado, las leyes objetivas, si no con las leyes divinas  y morales,  las cosas se hacían como había que hacerlas, no porque  estuviera prohibido, que también,  si no por el sentido del deber y porque su moral y su conciencia no se lo permitían. Y así pasaron muchos, muchos años, como en la canción aquella.  

Cuando desaparece ese autocontrol religioso-moral  se abre la veda y entonces vale todo, el dinero se impone a todos los valores, lo importante es conseguirlo como sea, cuanto más mejor, ya sean sobres, comisiones o cualquier otro sistema de trinque, siempre que no te pillen, que no te graben, porque aquí, si no hay pruebas, te lo quedas, así de simple, no es como en el confesionario que vas y lo cascas, padre, yo me acuso, no, no, aquí lo niegas, siempre, y  le dices al juez compungido pero con suavidad que no sabías, que pensabas que era un  simple complemento salarial, cuando el salario no es el del miedo precisamente, es millonario, tú. Pero aún así, serán siempre pobres. No, rotundamente no, esta no es la derecha que yo recuerdo.  

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