Opinión

EUROPA LLAMA A LA PUERTA DE CHINA

Occidente tuvo amplia y fidedigna noticia de China por los viajes de Marco Polo, que vivió entre los años 1254 y 1324. En pos de la Ruta de la Seda, este viajero veneciano dio a conocer el país continente en sus memorias, el 'Libro de las maravillas del mundo', redactadas en una prisión de Génova, gran rival de Venecia a la sazón, donde fue encarcelado después de haber sido hecho prisionero en un combate naval entre las dos repúblicas. El libro está considerado como el sumun de la literatura de viajes y aventuras. La inmensa China ya era entonces un enigma para el mundo; después de la independencia en 1949, de la larga era del presidente Mao Zedong, de  la Revolución Cultural y de la reciente transformación en  primera potencia industrial, sigue siendo una incógnita desde fuera. Antaño comunista, hoy en día con un sistema de capitalismo de estado, la República Popular China ha salido del bache histórico a base de sacrificar varias generaciones con una dictadura feroz y sin asomo de libertades. Pues bien, ahora mismo, la Unión Europea que representa todo lo contrario, es decir, democracia y respeto de los Derechos Humanos, llama a su puerta.


El presidente de la Comisión Europea, José Manuel Durao Barroso, y el presidente del Consejo Europeo, Herman van Rompuy, han acudido a Pekín a rendirle pleitesía a las autoridades chinas y a pedir árnica en la situación desastrosa de las finanzas europeas que contrasta con la bonanza china, en manos de la nomenclatura del Partido Comunista. Cauto y prudente, el Gobierno de Pekín accedió a realizar inversiones industriales pero rehusó tajantemente la compra de bonos como si dudara de lo que pudiera cumplir la Unión Europea en el futuro. Eso sí, buenas palabras y cortesía sonriente. 'China está dispuesta a implicarse más en la solución de la deuda soberana europea', declaró sin más concreción el primer ministro Wen Jiabao, pero no pasó de las promesas, de la palmadita en el hombro si se quiere. China le teme más que a un nublado al contagio económico del Viejo Continente, con la inestable e imprevisible Grecia a la cabeza y no desea implicarse demasiado en las finanzas de la eurozona.


Y sin embargo, los lazos económicos son fuertes, como se recordó con ocasión de esta visita, China es el segundo socio de la Unión Europea después de EEUU, las relaciones comerciales sino-europeas se han multiplicado por cien en los últimos 40 años. A Europa le interesa mucho desarrollar aún más tales relaciones, la inmensa nación de 1.400 millones de habitantes crece al 8%, posee unas ingentes reservas de divisas de 2,5 billones de euros, sus cifras macroeconómicas son apabullantes.


En un movimiento paralelo de lanzadera, al otro lado del globo, el presidente de los EEUU, Barack Obama, recibía en Washington al mismo tiempo al vicepresidente chino Xi Sinping, que va a dirigir la nación asiática en los próximos diez años. Y comenzaba por leerle la cartilla de sus obligaciones: acatamiento a las reglas internacionales, cumplimiento de las normas comerciales y - exigencia moral-  atención a los Derechos Humanos. Xi no se dio por enterado, se limitó a pedir respeto mutuo aparte de repetir el mantra de este tipo de entrevistas a alto nivel haciendo votos en pro de un diálogo 'sincero y constructivo' en el habitual lenguaje estereotipado de esta clase de encuentros o 'lengua de palo', expresión que se remonta a la fraseología grandilocuente que empleaban los zaristas antes de la Revolución Rusa para designar el hablar sin decir nada.  Dicho esto, el gesto de Xi Sinping de girar una visita a la Casa Blanca antes de tomar posesión de su alto cargo es de buen augurio para las relaciones bilaterales entre ambas superpotencias y para el mundo entero, según los enviados especiales y agencias internacionales de las que tomo mis informaciones. Xi fue recibido también por el vicepresidente norteamericano, Joe Biden, siempre en un discreto segundo plano según la tradición, el vicepresidente visitó el Pentágono, el Departamento de Estado y el Capitolio a fin de  dar mayor realce al viaje.


Para completar los datos del problema, señalemos que China es el mayor acreedor de los EEUU, posee 13 billones de dólares de bonos americanos y el año pasado las importaciones de productos chinos en Norteamérica alcanzaron los 400.000 millones de dólares, cuadriplicando las importaciones desde la República Popular. Un desequilibrio notable a favor del comercio del país del Lejano Oriente.


Las nuevas relaciones bilaterales sino-americanas parecen empezar bien pero no hay que pensar por ello que van a ser un lecho de rosas. Norteamérica acaba de cambiar de prioridades, ha envuelto el mapa del mundo  y va a concentrar su presencia económica, política y militar de ahora en adelante en Asia.


Hay muchos roces con Occidente. Para empezar, China tiene que abandonar las prácticas de piratería industrial que utiliza y colocar a su moneda, el yuán, en la cotización que le corresponde, por no citar más que dos de las anomalías de las muchas en que incurre. Ambas superpotencias tienen aliados enfrentados como acaba de comprobarse en el Consejo de Seguridad de la ONU con el proyecto de resolución de sanciones a Siria, respaldado por EEUU, Gran Bretaña y Francia y vetado por Rusia y China. En fin, 'last but not least', último pero no menor, el caso de la conculcación de los Derechos Humanos en la meseta del Tibet, de repercusión mundial. Naturalmente, pasar revista a las relaciones entre estos dos gigantes del mundo es como  levantar la lista de muchos de los conflictos del orbe.


Una anotación final: este artículo se refiere  a China, Estados Unidos y Europa, que representan sólo una parte, aunque sea muy relevante, de los 205 países de un mundo que cuenta con  7.000 millones de habitantes. El resto va aún peor.

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