Opinión

CUANDO UNA AMIGA SE VA

La muerte de los seres queridos siempre nos coge con el pie cambiado, no se por qué, seguramente porque nos negamos a aceptar la pérdida de las personas que forman parte de nuestra vida, de nuestros afectos, de nuestra memoria, de nuestra niñez o de nuestra madurez. En el caso de Concha porque hace tan solo diez días que recibí un mensaje suyo en el que me decía que iba a someterse a un tratamiento de súper medicación en el Hospital de la Fe de Valencia, lo que le impediría estar en Madrid antes de que yo me fuera de vacaciones. Insistía mucho en que se encontraba bien, sólo un poco hinchada por las pastillas. Quizá por eso, la noticia del agravamiento de su enfermedad me produjo primero perplejidad absoluta y después negación de una realidad que no quería aceptar, que sigo sin aceptar, porque me parece mentira que ya no esté con nosotros una mujer que amaba la vida con tanta pasión como la amaba Concha, de quien tengo dos fotografías frente a mi ordenador en las que aparece feliz, con esa sonrisa suya tan personal, tan cautivadora, tan persuasiva y generosa.


Conocí a Concha y a Lorenzo, su ex marido y padre de sus dos hijos, cuando tras dejar la Cadena Ser desembarcaron en Antena 3 Radio, en la calle Oquendo de Madrid. Venían cargados de ilusiones, de proyectos, de profesionalidad, intentando hacer su trabajo sin entrar en guerras mediáticas que nada tenían que ver con ellos. Lo lograron. ¿Cómo? Haciendo una radio cercana, de calidad, donde el oyente opinaba de esas cosas grandes y pequeñas de la vida, respetando lo diferente, con colaboradores de gran talla intelectual y profesional. De aquella experiencia maravillosa aprendí dos cosas importantes: una, que para ser buen profesional no hace falta meter el dedo en el ojo a nadie, ya que con una sonrisa puedes derribar muros infranqueables. Dos, que la amistad es una de las mayores riquezas del ser humano.


Concha fue una amiga de verdad, en los buenos y en los malos momentos. Juntas vivimos su separación, el crecimiento de sus hijos, los avatares laborales, la llegada a su vida de Andrés Vicente Gómez, y su ilusión por colaborar en todos sus proyectos cinematográficos y teatrales. También compartimos la enfermedad de su padre y de los míos, la ilusión de que en el último tramo esas personas que todo lo habían sacrificado por nosotras, fueron los más felices del mundo. Creo que lo conseguimos y eso nos unió aún más.


Colaborar con Concha fue siempre un placer, lo hice en Cuatro Tv y en Punto Radio, donde consiguió lo que parecía imposible, que Rajoy hiciera de comentarista deportivo junto a Joan Manuel Serrat y Antonio Resines, pero así era Concha, convincente, y respetuosa con las opiniones ajenas. De ahí que hoy el periodismo, los periodistas, estemos de luto, muy tristes y por primera vez unidos en el afecto a una mujer que lo dio todo por una profesión, a veces tan injustamente denostada, que era una parte importante de su vida.


Quiero en esta triste hora del adiós enviar todo mi afecto y cariño a sus seres más queridos que hoy están rotos de dolor porque han perdido el pilar sobre el que se sustentaba su vida.

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