Opinión

A 7,9 millones de personas les gusta esto

Doy por hecho que han leido ustedes la frase que encabeza estas líneas u otra parecida 7,9 millones de veces por lo menos. Internet es así. No tiene límites. "Esto" puede ser un gatito jugando amorosamente con un loro durante dos interminables minutos, o la decapitación de un adolescente en Siria porque el Daesh lo pilló con un comic de Marvel en la mano. Probablemente uno de Los Cuatro Fantásticos, del Capitán América o de mi favorito cuando era crío: Estela Plateada. Claro que al adolescente, en cuanto le cortaron la cabeza, ya le dio igual el personaje de comic.

Yo cuando abro el Facebook y me pongo a ver las notificaciones le doy "me gusta" a todo. Sin pensar. Antes me tomaba el trabajo de leer las notas o ver los videos, pero ahora ya no. Me gusta y punto. Más fácil. Me ahorro tiempo. Y si alguien me envía una solicitud de amistad también le digo que sí. De hecho tengo unas cuantas "amigas" con burka. No sé ni siquiera quienes son, algo lógico dado que no puedo ver su cara. Aparte de que escriben en árabe y no entiendo ni jota. Pero ¿qué más da?

Actualmente tengo varios cientos de "amigos" en Facebook, lo que en esa red social viene a ser "lo normal". Sé de alguien que tiene más de 3.000 a causa de lo cual Facebook le envió un mensaje privado riñéndole y prohibiéndole tener tantos. Otro conocido canceló su cuenta porque estaba harto de semejante cantidad de "amigos". No me extraña.

También tengo en el maldito Facebook muchos japoneses. Y también les digo que sí a la primera. No entiendo lo que me dicen pero les digo que sí porque me recuerdan a alguien que conocí en la universidad. Se llamaba Takao. Un chico gordito y simpático que había venido a Europa por dos años con una beca. Takao estudiaba literatura española en la universidad de Osaka. En concreto poesía surrealista, García Lorca, Poeta en Nueva York y esas cosas. Lo conocí en la facultad de Sociología, en Madrid y nos hicimos amigos. Este "amigos" sí fue en serio.

Un día Takao nos contó a otro colega, Fernando, y a mí, lo que significaba su nombre, Takao: "esposo obediente, marido feliz". Eso dijo. Aquel día Fernando y yo nos quedamos atónitos ante semejante e inesperada revelación, sin percatarnos de que Fernando significa temerario y Víctor vencedor. Todos los nombres significan algo.

Quizá a esas chicas-burka del Facebook les digo que sí por Takao. Él no tenía burka, pero sí un tatami en la cabeza. Se lo sacudió de encima con su viaje a Europa. Hace tiempo intenté localizarlo por internet, pero no lo conseguí. Supongo que será un profesor de literatura española en la universidad de Osaka, que juega al parchinko en sus ratos libres. No sé. Solo sé una cosa: a 7,9 millones de personas les gusta esto. Millón arriba, millón abajo.

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