Opinión

MÁS POR MENOS Y MÁS CON MENOS

Durante su década perdida, Japón logró vender fuera lo que dentro del país habían dejado de consumir sus ciudadanos. De modo similar resolvió Alemania, a comienzos del siglo XXI, su particular estallido de la burbuja inmobiliaria. En momentos diferentes del tiempo, la vocación exterior de ambos países permitió sostener el nivel de actividad y -sobre todo- de empleo, en un entorno interior tremendamente adverso, pero expansivo fuera de sus fronteras. Esto explica que la apuesta exterior haya sido un leit motiv de la estrategia empresarial española frente a la crisis. O que en la germanización de nuestra economía constituya la meta de un proceso a lo largo del cual nuestro país alcance todo su potencial exportador.


El caso es que durante los últimos años hemos asistido a pequeñas conquistas que han compensado la persistente debilidad del consumo interno, público y privado. Así, España ha cerrado el primer semestre del presente ejercicio con un superávit por cuenta corriente, por vez primera en más de dos décadas. Gracias a una drástica caída de las importaciones. Y a un nuevo incremento de las exportaciones, que acumulan un avance ligeramente superior al 20% desde 2007, en un contexto, además, tremendamente desfavorable para el comercio internacional en euros. Lo que ha obligado a reinterpretar mercados, aptitudes y especializaciones productivas. No olvidemos lo difícil que resulta 'deslocalizar' el consumo de lo que producen las dos industrias más florecientes de nuestro pasado más reciente, turística y de construcción residencial, por su base eminentemente territorial.


Con todo, el sector exportador de España es todavía reducido atendiendo al peso que representa respecto al PIB, con un escaso 30%. No basta, pues, con alterar la orientación comercial (se distinguen algunos avances). Es preciso un cambio rotundo de estructura y de modelo productivo para ganar competitividad y productividad. Dos ámbitos en los que las conquistas realizadas resultan controvertidas desde el punto de vista social, por sustentarse, respectivamente en el ajuste salarial -del 6,8% durante los tres últimos ejercicios- y -paradójicamente- la reducción del empleo efectivo. Más por menos, que viene siendo una de las consignas de las crisis en nuestro país. Y más con menos, que es el más grande de sus daños colaterales.

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