Opinión

LOS PILARES DE LA REDENCIÓN BANCARIA

El ejercicio recién finalizado ha sido, cuando menos, insólito para el sistema financiero español. A la volatilidad regulatoria se ha sumado el singular y prolongado deterioro del entorno económico doméstico. Circunstancias ambas que han terminado por socavar el prestigio internacional del Banco de España y cuyas consecuencias tendremos ocasión de visualizar en los balances y cuentas de resultados del sector, conforme se vayan conociendo. Como el resto de países desarrollados, también España se ha visto finalmente obligada a rescatar, con cargo al contribuyente, una parte significativa de su sistema bancario. Pero con una lastimosa penalización: la desproporcionada notoriedad internacional de una solución global que nuestro país ha protagonizado, cuatro años después, en solitario. Me explico. Por un lado, no existen diferencias entre las medidas aquí articuladas y las aplicadas, hace tiempo, en el entorno: regulación, avales públicos a emisiones privadas de deuda, líneas extraordinarias de liquidez, recapitalizaciones bancarias y planes de saneamiento de activos. Por otro, apenas existen diferencias relativas en los volúmenes comprometidos, en media situados alrededor del 14% del PIB.


A partir de aquí, existen motivos para la esperanza. Partiendo del suspenso que merecen aspectos como la morosidad y el desequilibrio entre créditos y depósitos, que explica la enorme dependencia de la financiación internacional, las entidades españolas mantienen, con todo, el liderazgo europeo en indicadores básicos de gestión bancaria. Así se desprende del informe Banking system outlook: Germany, publicado por la agencia Moody´s a mediados del pasado mes de octubre. De acuerdo con el análisis comparado que ofrece este trabajo, el sistema financiero español lidera, en términos agregados, la gestión de los ingresos: con datos de 2011, contaría con un margen de intermediación financiera (resultado neto de prestar y tomar prestado) que multiplica por más de dos el alemán y por 1,4 el holandés, y con un margen de explotación (antes de provisiones) que supera al primero en un 70%, y en más de un 40% al segundo. Y también lidera la gestión de gastos, con una ratio de eficiencia (porcentaje de cada euro de ingreso ordinario destinado a gastos de explotación) del 52%, siendo la alemana del 72%, y del 65% la holandesa. En definitiva, es precisamente en la esencia del negocio donde radican los pilares de nuestra necesaria redención bancaria.

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