Opinión

El alcalde, el vecino y la vida

Los rapaces habían organizado un mercadillo de ropa y música alternativa en la terraza de un garito que ya no estaba de moda. La plazuela rejuveneció con cuatro detalles elegantes y a la tarde se le hizo noche. La música, el colorido de las prendas y el olor del churrasco haciéndose con poca brasa llamaron la atención del alcalde cuando pasó por la acera de enfrente. Preguntó y le contaron que tenían la intención de repetir cada semana. Él los felicitó por la iniciativa."Es fundamental que la gente esté en la calle, que se lo pase bien y que corra el dinero", dijo a los padres de la idea. 

El alcalde se tomó un par de vinos mientras charlaba con la clientela y como las elecciones están a unos meses prometió regresar a la fiesta después de atender un compromiso. A la media hora llegó la policía local con la orden de levantar el campamento. Uno de los organizadores se había hecho una foto con el regidor y se la enseñó al agente. "Acaba de estar aquí y dijo que iba a volver más tarde. Si está todo recogido y pregunta el motivo, le diré que nos habéis obligado vosotros", comentó con malicia.

El policía se vio en el brete de atender a la denuncia de un vecino o dar explicaciones a un jefe entusiasmado con la bullanga y nervioso por la cercanía de la cita electoral. "Os doy una hora más, pero después lo recogéis todo a la carrera porque seguro que nos vuelven a llamar y tenemos que hacer cumplir la normativa", consintió el policía tras reconocer que el ruido y las molestias para el vecindario eran mínimas. 

El alcalde no regresó a la fiesta, aunque tampoco lo esperaban, pero al día siguiente comentó con un asesor el derroche de alegría al que había asistido sin estar subvencionado en la vieja plazuela del centro. El dueño del garito estaba contento con la caja, los jóvenes diseñadores felices con la venta, los músicos satisfechos con el público y la bolsa y el carnicero de la esquina encantado con la venta que podría repetir cada semana. 

El asesor del regidor estaba informado de la posterior visita policial y el alcalde quedó atrapado entre la normativa restrictiva que había firmado y el arrebato de vida que había presenciado.

Te puede interesar