Opinión

La foto del muerto

Andresito contaba con mucha gracia como el día de la primera comunión su madre lo llevó hasta el cementerio para que viese el estupendo nicho que le había comprado. Ni un Scalextric ni gaitas parecidas. Eso sí que fue un buen regalo. Cualquier tipo que ande por la cuarentena y haya nacido en una aldea de Galicia recordará que los difuntos se velaban en casa, con la caja abierta y a veces de pie. 

Leica, apodo que le quedó al fotógrafo del pueblo por la marca de la cámara, hacía negocio tanto si se celebraba una primera comunión como si había que ir de entierro. Los cativos posaban al lado del difunto para que se diesen cuenta de que eran mortales sin necesidad de leer a Cicerón.

A Isolina, la anciana que tenía un tenderete de chuches, la fuimos a velar todos los rapaces cuando un camión la atropelló por cruzar la carretera sin prestar atención al tráfico. Antes se le miraba a la cara al muerto. Incluso Pablo tuvo los arrestos de cerrarle los ojos, quizá porque pensó que estaba viendo cómo le mangábamos las golosinas después de cada responso, que también enseñaban en casa a propinarlo. 

En Murcia han expedientado a un enterrador por fotografiarse con un cadáver momificado a petición de los familiares. Abrieron el nicho para dar sepultura a la mujer del fallecido años antes y ante su buen estado, el sobrino político quiso retratarse con el familiar. La fotografía corrió por las redes sociales, se convirtió en viral, y la Galicia y la España de hace no tanto tiempo regresó al folio. 

La Asociación de Vecinos Pontevedra Leste ha convocado una manifestación para evitar que se construyan dos crematorios cerca de sus viviendas por el impacto que podrían tener en la salud de los ciudadanos. Los vivos acostumbran a ser más nocivos, pero toda protesta y reclamación es legítima. 

Los tanatorios han traído asepsia a los duelos y suponen un gran alivio para los deudos. Otros gestionan el trance del dolor y se puede cerrar la puerta y marcharse a dormir cuando cae la noche. No es mejor ni peor, sino distinto, aunque en esta sociedad cosmética a veces es necesario que nos recuerden que todos vamos a acabar apareciendo en el álbum de fotos de la parca.

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