Opinión

Galicia, fútbol y vacas

David comentó con preocupación en el abrevadero que en Galicia no salen futbolistas de un nivel gigantesco cuando en esta tierra de aristas y de artistas hay una pachanga en cada córner. "Que en el barrio coruñés de Monte Alto nació Luisito Suárez, el único Balón de Oro que dio España", apuntó un cliente con la intentona de sacudirle el desencanto. "Ya, pero Luis jugaba en la calle con mi padre y eran otros tiempos", abundó David. "Mira Holanda. Brotan como tulipanes y no tienen una gran población".

En la época del gran Dépor que ganó una Liga, dos copas y tres supercopas, además de llegar a semifinales de la Champions, el genial delantero holandés Roy Makaay se sorprendió el día que este chófer de anécdotas le mostró el campo en el que se entrenaba Fran en las categorías inferiores. "¿Jugaba en estas piedras? Ahora entiendo que en el Dépor solo juegue un canterano. En Holanda entrenábamos en campos de hierba", reflexionó el delantero fichado del Tenerife a golpe de talonario.

La vida es puñetera. En el país de la lluvia los rapaces jugaban en campos de tierra como mal menor, porque casi siempre eran de piedra. En la liga de peñas que se disputa con gran interés por todo el país existen aún hoy vestuarios que la Unión Europea sancionaría sin miramientos si se metiese una vaca dentro. Sirven para cambiarse y para ducharse, pero no para dar cobijo a un animal. El asunto ha cambiado algo para mejor. El descenso del Celta y los años que pasó en Segunda propició que el club, canino de parné, se fijase en una cantera de la que han vuelto a salir excelentes futbolistas y permiten soñar a la afición. Más al norte, Riazor se ha encariñado con dos futbolistas de la ciudad como Lucas Pérez o Mosquera, pero curiosamente los dos tuvieron que emigrar para triunfar en el estadio con el que soñaban jugar cuando eran unos rapaces.

El fútbol modesto se ha llenado de campos de hierba artificial. Ha sido una bendita idea porque permiten entrenar al fútbol tanto al primer equipo como a las categorías inferiores en vez de jugar a la rayuela con las piedras. Los que crean que el fútbol es el opio del pueblo tendrían que saber que el deporte es el mejor termómetro para tomar la temperatura a la calidad de vida de sus ciudadanos.

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