Opinión

Pinchazo

Un acontecimiento que concitaba la atención planetaria en un rectángulo como la Eurocopa también servía para poner orden en el calendario emocional y vital. La fórmula puede resultar incluso más precisa que las resbaladizas fechas del aniversario de boda o el alumbramiento de los churumbeles, incluso para los que no son impenitentes chandaleros de birra y mando a distancia. Pero el torneo que hoy comienza a rodar con una inusual discreción tenía que haberse celebrado en 2020 y las once sedes esparcidas por todo el continente para acoger a las 24 selecciones clasificadas son para el interés del aficionado como una defensa muy abierta: un coladero. De momento. 

La pandemia puede acarrear sorpresas, como que esta sección de Deportes, proponga escribir una columna durante la competición y el covid se aliste voluntario para cambiar temporalmente de sección. El positivo de Busquets y el falso positivo de Diego Llorente trastocan el andamio de Luis Enrique. El seleccionador quiso una convocatoria corta de 24 futbolistas y ahora trabaja con 39 entre burbujas hasta que el lunes tenga que cerrar la lista definitiva sin recuperar notables ausencias como Aspas. A Sergio Ramos, que pretendía también ser abanderado en los Juegos, puede que le haya hecho un favor. El ridículo se agarra a la memoria mientras los éxitos son olvidadizos. 

Pinchazo ya han sufrido los estrategas de Sanidad por no vacunar a la selección el primer día de concentración, pero ya decía tía Filo que "el español se pone la servilleta cuando se mancha". Sanidad ofrecía Pfizer con la segunda dosis en plena competición si la selección no se despeña antes, la Federación amagó con pasar si no le administraban Janssen. La disculpa está armada. Si juegan de tacón como el brasileño Sócrates, será talento; si le dan de uña, la vacuna.

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