Opinión

Nunca se ha hablado tanto del silencio

Nunca un minuto de silencio ha dado tanto de que hablar. Y puede que nunca una muerte repentina por un ataque al corazón haya hecho cambiar de opinión a tanta gente en un instante. Los mismos que hasta hace un par de días respondían con cabriolas lingüísticas para no mencionar su nombre porque Rita Barberá ya no pertenecía al partido y estaba siendo investigada en el Tribunal Supremo, ayer le devolvieron la militancia y se apropiaron del duelo para culpar a la prensa y a las fuerzas de la oposición de someter a una "cacería" mediática a la senadora del Grupo Mixto y ex alcaldesa de Valencia.

Que la locuaz Celia Villalobos hable de "condena a muerte" o que Rafael Hernando utilice un lenguaje de barra de bar, ya no sorprende. Pero que el ministro de Justicia, Rafael Catalá, sobre el papel más cauto, apele al "peso de la conciencia" hace sospechar que recitan un argumentario en vez de reflexionar las palabras que se van a decir en un momento delicado. Curiosamente, el más comedido en el PP fue Mariano Rajoy.

En este país sobra hipocresía y falta respeto institucional. Se hace política hasta con el cadáver presente. Unidos Podemos se negó a secundar el minuto de silencio en el Congreso frente a la equilibrada postura en lo personal de Compromís, su aliado en Valencia, y también de sus representantes en el Senado tras un apresurado debate en el que acabó imperando la cordura. La formación de Pablo Iglesias también se coló en el velatorio, quizá por impericia política o por sobreactuación rebelde. Para justificar la ausencia se recordó que la Cámara Baja había negado un minuto de silencio cuando falleció el genial cantautor aragonés José Antonio Labordeta porque ya no era diputado. El gesto sí se tuvo por el asesinato de la presidenta de la Diputación de León Isabel Carrasco. El minuto de silencio en el Congreso acabó en estruendo posterior, aunque queda demostrado que muchos de los que nos representan no saben estar.

Cuando murió el expresidente de la Xunta Manuel Fraga, a este chófer de anécdotas le llamó la atención que no asistiese ningún representante del BNG al entierro en el cementerio de Perbes, aunque si es para aprovecharse del finado casi es mejor quedarse en casa.

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