Conversación fresquita de ayer tarde en León entre dos señoras de más de 70 años a la puerta de un supermercado: "Vaya lío tienen en Galicia y en Andalucía. Son los más corruptos".
La persona que escuchó el comentario llamó inmediatamente para interesarse por si había pasado algo gordo y se lo había perdido en esta tierra de aristas y de artistas que ama casi como propia. "Fíjate en lo que han dicho, cuando escándalos mayores o igual de graves también suceden en Cataluña, en Valencia o en Madrid", comentó apenada.
En cierto modo, resulta comprensible que las dos señoras piensen que por estos pagos tenemos un enredo fenomenal porque llevamos varios años mereciendo la desconsideración. Ayer mismo, las dos señoras habrán visto u oído en las noticias que la capital gallega cuenta ya con el tercer alcalde en este mandato, y que en el gobierno compostelano hay siete tipos que han sido elegidos por el gracioso dedo del nuevo regidor y no por los votos de los ciudadanos. La cantinela de las corruptelas variadas que se habrán detallado para contextualizar la información sobre el desconcierto en Santiago no acostumbra a pasar desapercibida ni a ser olvidada con facilidad. En caso de que hayan escuchado también los Deportes, se habrán enterado de que el Deportivo presidido por el bisoño Tino Fernández se cargó por sorpresa y casi por la espalda a Fernando Vázquez, el entrenador que devolvió a una plantilla mediocre a Primera División. El mensaje, a pocos días de que principie la pretemporada, hace que la recuperación y permanencia de un club histórico se tambalee. Vázquez cometió el error de airear el descontento por la calidad de los fichajes en un campus de fútbol, como también piensa gran parte de la grada de Riazor.
Y si alguna de las dos señoras tiene familia en El Bierzo, pues quizá le hayan comentado que en el Hospital de Ourense los pacientes se hacinan en Urgencias a la espera de ser atendidos o que aquí el Gobierno de la Xunta pasa de sentencias del Supremo que impiden subvencionar a colegios concertados que segregan por sexo.
Quizá no seamos los más corruptos, pero los políticos acuden al juzgado por docenas y el lío no lo podemos negar.
