Una mano mata, la indiferencia ayuda y el griterío no llega cuando se trata de buscar solución a un problema que hiere. Siete ataúdes delante del Parlamento gallego por las siete víctimas a manos de hombres en lo que va de año escenifican que la sociedad está enferma y que en todos este tiempo no hemos sido capaces de encontrar cura. Los reproches de la oposición a la Xunta por las víctimas de violencia de género son desafortunados y aunque tengan un poso de razón le dan pie al Ejecutivo para argumentar su réplica. Da igual que gobierne PP, PSOE, Anova, BNG, Podemos o una marea de cambio, que cuando llegue el momento de hacer recuento sobrarán lágrimas y escasearán alegrías. Si en algo no peca el equipo de Feijóo es de alentar el machismo, de zancadillear la carrera profesional de la mujer o de tropezar con un comentario reprochable, como sucede con otros representantes del PP nacional.
Que ayer el presidente no estaba en la Cámara cuando se abordó el "terrorismo machista", como criticó la nacionalista Carme Adán... Pues el hombre estaba en Bruselas y este tipo de terrorismo exige un trabajo diario y un consenso más amplio que el de una reforma electoral para acabar de raíz con esta lacra. Llevará su tiempo, máxime en una tierra con una población diseminada en la que el aislamiento provoca que sea más fácil silenciar los casos de maltrato. Es cierto que no hay que escatimar fondos, sobre todo para incidir en la educación de los más jóvenes. Ojalá llegue el día en que la repulsa social reprima el más pequeño de los impulsos.
Y entre el revuelo parlamentario casi pasa desapercibida la denuncia de Anova Ourense por las actitudes sexistas en la Vuelta a España que estos días recorrerá tierras gallegas. Es intolerable que la organización de este evento haga vestir a las azafatas que entregan los premios en el podio con vestidos anoréxicos, para solaz de miradas retorcidas, como también sucede en la Fórmula 1, en las motos o en el baloncesto.
¿Y por qué no un macizorro en tanga? En este caso, Xunta, presidentes de Diputación, alcaldes y responsables públicos deberían negarse a participar en los actos de una Vuelta que pagamos entre todos. Sería algo más que un magnífico gesto. Educación.
