Opinión

Ministerios a la sombra

Firmado el pacto entre PSOE y C’s llegamos al primer punto de giro en el guion de la película. Al margen de los contenidos -suficientemente aireados, vituperados y aplaudidos-, Pedro Sánchez y Albert Rivera han cumplido con la trama. La mano tendida hacia la derecha del primero y la voluntad gestora del segundo, al margen de discusiones ideológicas bizantinas, han logrado llegar al punto de encuentro pragmático desde el que el espectador puede visualizar que la gobernabilidad es posible en tiempos de cambio. Ahora las matemáticas impondrán su racionalidad y con ella la voluntad de los votantes.

Pedro Sánchez y los suyos han demostrado que el movimiento se ejecuta andando. Lo han hecho frente a la obstinación inmovilista de Rajoy y el mesianismo interesado de Pablo Iglesias. Dos posturas que, curiosamente, desde la derecha y la pretendida izquierda renovadora han venido a coincidir en el mismo punto de encuentro de las contradicciones. Mariano, como en el proverbio chino, se sentó a la puerta de la Moncloa esperando ver pasar el cadáver del enemigo. Sin ningún movimiento gestor ni político, ha esperado ver caer la manzana de Newton. Probablemente se la lleve a los labios podrida.

El clan de Podemos ha pretendido vender las aceitunas antes de sembrar los olivos y, como en el sainete de Lope de Rueda, han vapuleado a la inocente niña de la opinión pública, ahora con miedos bipartidistas luego con banderas de pureza. Incongruencia sobre incongruencia Iglesias y los suyos han demostrado que detrás de sus medidas y cuidadas puestas en escena solo hay bisoñez y deseos de tomar el poder levantando muros. De momento Pablo se ha quedado sin vicepresidencia y a los ansiados ministerios les han cortado la luz condenándolos a la sombra.

Hay muchas posibilidades de que Sánchez y Rivera no consigan llevar a buen puerto ni la investidura ni un futuro Gobierno del Estado. Entre otras razones porque veremos a Podemos y PP votando de la mano con la misma bandera del NO alzada. El problema de ambos será qué retórica emplear para justificarse ente el electorado a la hora de abrir la caja de Pandora y llamar a nuevas elecciones. Las dos formaciones han negado en todo momento querer volver a la consulta, pero todos intuimos que cuanto decían con palabras lo contradecían con los hechos.

Sorprende, no obstante, el cabreo y mal humor imperante en las filas del PP y la incomodidad indignada de Podemos nada más conocerse la firma del acuerdo. Pareció que se les hundía el mundo bajo los pies. Como dos perros del hortelano los vimos ladrándole a la luna, tachando de inútil la voluntad política de convivencia de quienes han hecho del diálogo el arma principal de la política. Esto es, la función más digna y eficaz de la palabra para confrontar u ordenas las ideas. Un camino muy diferentes a los discursos de PP y Podemos, cada vez más similares en lo que a los mecanismos dialecticos concierne.
 

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