Opinión

Ruido sin nueces en el PP

Soy de los que creen que Mariano Rajoy debió haberse ido, o anunciar su marcha, después de la derrota electoral del PP ¿Por qué? Pues porque su nombre está cosido a una época amortizada de la derecha española. A Rajoy le alcanza de lleno un final de ciclo. Toca renovación a fondo, tanto generacional como de discurso, empezando por un líder que acaba de sufrir una segunda derrota consecutiva en las urnas. Y además, con los resultados del 9-M, de clara mejoría respecto a la cosecha de 2004, la salida de Rajoy habría sido por la puerta grande.


Pero también soy de quienes entienden que, una vez tomada la decisión de seguir, merece todo el respeto si se somete al escrutinio democrático de la militancia y no usa la organización del partido para frenar otras aspiraciones alternativas a la suya. En ésas estamos. No hay razón para poner en duda la limpieza del proceso ni las convicciones democráticas de Rajoy, cuando él mismo ha invitado a la formación de candidaturas que se crean de mejor condición ante el XV congreso del partido, a celebrar en Valencia el próximo mes de junio. Son consideraciones aplicables a su gente. En los ámbitos políticos y mediáticos de la propia derecha nacional se detecta un cierto ataque de contrariedad. Sobre todo a raíz del nombramiento de Soraya Sáenz de Santamaría como portavoz del PP en el Congreso de los Diputados. Sin embargo, es más el ruido que las nueces. Pero mucho ruido, oiga. Y eso que son los amigos. Ni la cantidad ni la calidad del ruido y las nueces permiten dar por bueno el diagnóstico del malestar generalizado en el PP. Si hacemos recuento, veremos que el número de los descontentos es menor del que sería estadísticamente normal después de una renovación de cargos en un partido de 700.000 afiliados, casi 250 parlamentarios en las Cámaras nacionales, unos 500 miembros de los órganos centrales de dirección, amén de la larga nómina de diputados regionales, alcaldes, concejales, presidentes y consejeros autonómicos, etcétera.


Si hablamos de calidad, o nombres significativos, veremos que, por encima del ruido mediático, son contadísimos los sospechosos de insumisión. Nombres sospechados, nunca comprometidos en operaciones alternativas. Por ahora. Y si existieran, serían tan legítimas y democráticas como la hoja de ruta de Rajoy para intentar la reconquista de la Moncloa en 2012.


No es el caso. Y si el malestar de ciertos sectores políticos, los más vinculados al aznarismo, no se concreta en la presentación de una candidatura alternativa en el congreso de junio, el malestar durará lo que dure el ataque de contrariedad de ciertos predicadores del alba adictos a la causa de la derecha ’sin complejos’.



Te puede interesar