Arte et alia

Mirando a las nubes, para ver dentro

Una acuarela, y algo más...
photo_camera Una acuarela, y algo más...
“La recolectora de nubes” es la nueva muestra de Nieves Seara

Un camino personal es “La recolectora de nubes”, la muestra de Nieves Seara en los pasillos entre la biblioteca y el salón de actos del sobreclaustro de honra del Liceo. Es toda una sorpresa hallarnos ante el revelado estándar, tan conocido, que todos hemos utilizado desde las últimas décadas del pasado siglo: las tiendas de fotografía ponían en nuestras manos aquella bolsa apaisada en la que colocaba el negativo y una copia de nuestro carrete en los bolsillos interiores. Hoy apenas se pide copia ya en papel de la foto digital, aunque sí de la analógica, que se resiste a desaparecer.

La exposición que Seara ofrece en este tamaño, más pequeño que el de postal, el usual hasta la invasión de las fotos_smartphone cuyo destino es moverse en bucle por la net y en sus redes sociales, es toda una declaración de lo íntimo. Son fragmentos del cielo que se hallaba sobre ella, sola o acompañada en ese momento. Con la cámara como médium necesario, hizo del instante del movimiento de lo huidizo del movimiento de las nubes una composición fija, en apoyo de la sensación que guardó en su memoria. Unió así un motivo personal al de las nubes, una asociación privada. De ellas, dijo preferir las cargadas de lluvia, las numbiformes de precipitaciones moderadas, nimboestratos de color del gris al negro, siempre de nivel medio de altura. Mas también, con ellas, los cúmulos, siempre tan algodonosos, que van del gris al blanco, y se abren hacia el tiempo soleado…, pasando del recuerdo melancólico o triste al feliz, a veces, tratando de convertir, o revertir, lo aleatorio e inasible del cielo, en confidente. Mostrarlo mantiene el hermetismo, es muestra de lo ajeno e impersonal para nosotros, quedándonos con miradas, sin olor ni sabor. Son nubes que vio con o sin gafas, pues la artista necesita de ellas delante de sus ojos.

Foto de Seara en Compostela el 17 marzo 2017.JPG_web

Ellas fueron el anónimo testigo celeste de instantes significativos en su vida. Así sobre los cielos de Compostela, ciudad que habita, y en la que vive desde hace tiempo por más que tenga sus raíces entre nosotros. Con ella, Pontevedra, Pantón, Cacheiras, A Freixa, Lisboa o Thailandia. O Albarracín el 27 julio 2018, a las 15:03. Este es el modo en que trata de concretar el momento, y el lugar con geolocalización. Recuerda como su abuela Rosario le indicaba de niña sus nombres, y desde las charlas con su padre sobre de ellas. Viene así fotografiándolas de manera consciente desde 2008. Con ellas un poema autobiográfico, “Reconocerme en los ojos/ reconocerme en las nubes/ saberme tormenta, cumulo, cirro/ ... ser empujada lejos, / lejos/ lejos/ por el viento.../ agruparme en gotas suspendidas.../ fertilizando todo con olor a alivio/ y tierra mojada/ así me reconozco aire/...nube pasajera”. Una acuarela y un óleo completan la muestra animada por el Juego de las Nubes de Goethe, publicado no ha mucho. Ahora continúa casi como un juego con otras nubes, aunque tocan ya tierra, reflejadas sobre una charca de piedra en Covelo el pasado tres de diciembre. E la nave va.

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